viernes, 20 de mayo de 2011

HIstoria de los medios - radio

INTERACCIONES ENTRE LOS MEDlOS
Los acontecimientos multimediáticos no son los únicos ejemplos de
la interacción entre diferentes medios de comunicación, o interfaz, que
ofrece este periodo. Otro ejemplo es e! delllamado icono-texto, imagen
cuya interpretación depende de textos incorporados a ella, como
los nombres de los santos, los bocadillos que salen de la boca de los
personajes o las leyendas debajo o encima de la imagen. Por ejemplo,
la elucidación de los grabados de William Hogarth, como Calle Ginebra;
EI progreso de la ramera o EI aprendiz aplicado, depende dei material
textual que se oculta en los rincones de la imagen. A Hogarth se le encomendó
también la producción de pinturas que ilustraran escenas
de un espectáculo musical de grau éxito en su día, la ópera deimendigo de
JohnGay.
Otro tipo de interacción podría ilustrarse con la función de los manuscritos
en las fases iniciales de la Europa moderna. Es tema recurrente
de la historia cultural que a la aparición de un nuevo tipo de medio
de comunicación (en este caso, la imprenta) no siga la desaparición inmediata de los anteriores. Los viejos y los nuevos medias ---el cine y la
televisión, por ejemplo-- coexisten y compiten hasta que termina por
establecerse una cierta división dei trabajo o de las funciones. Es evidente
que los manuscritos continuaron utilizándose para las comunicaciones
privadas, como las cartas de familia o las comerciales, aunque
valdría la pena serialar que la carta manuscrita sufrió en este periodo
la influencia de la imprenta a través de la gran cantidad de tratados sobre
el arte de la escritura epistolar que se publicó en ltalia y otros sitias
a partir dei sigla X\1. Estas tratados impresos ofrecían modelos útiles
de cartas de felicitación o de condolencia, de amor, de disculpas o para
pedir dinero.
Examen más detenido requiere la supervivencia dei manuscrito
como canal principal de circulación pública de mensajes hasta los comienzos
dei periodo moderno. Para decirlo con más precisión, los manuscritos
se siguieron usando para transmitir mensajes de una manera
semipública. En Rusia, todavía en 1700, la literatura profana circulaba
aún en forma manuscrita y oral debido a que las pocas imprentas existentes
se hallaban en los monasterias y se utilizaban para editar libros
religiosos. Incluso en Europa occidental, que estaba llena de imprentas,
como hemos visto, la circulación en manuscrito siguió cumpliendo
ciertas funciones útiles.
En los siglas XVI y XVII, a menudo las personas (sobre todos las mujeres)
de alto estatus sufrían cuando pensaban en publicar libros, pues
los libros se venderían ai público general y eso les haría parecer vulgares
comerciantes. A consecuencia de este prejuicio, los poetas de salón
y otros escritores preferían hacer circular sus obras en ejemplares
manuscritos entre sus amigos y conocidos. De esa manera circularon
en la Inglaterra isabelina los poemas de sir Philip Sidney (1554-1586),
como, por ejemplo, la serie de sonetos Astrophel and Stella: La lírica
amatoria deJohn Dorme, escrita en la última década dei sigloxvt, no
se publicó hasta 1633, dos anos después de la muerte dei autor. Probablemente
Donne se negara a publicar poemas de amor porque había
entrado en la Iglesia y se había convertido en un predicador de merecidafama.
Esta forma de circulación manuscrita se distinguía de la circulación
impresa en muchos aspectos. Era un media de unión social entre los
individuas implicados, a menudo un grupo de amigos. La caligrafía
de los manuscritos los convertía a veces en obras de arte por derecho
propio. Los textos estaban menos fijados, eran más maleables que los
impresos, porque los transcriptores se sentían a menudo libres para
aiiadir o quitar en los versos que copiaban, o para cambiar nombres a
fin de adaptar lo escrito a su propia situación personal. Los manuscritos
eran lo que hoy llamaríamos un medio -interactivo».
Una segunda razón, y más importante aún, para la circulación de
manuscritos era la evasión de la censura religiosa, moral y política. En
otras palabras, para adoptar un término de uso muy corriente hace
sólo unos anos, el manuscrito era el samizdat de la era moderna temprana,
esto es, el equivalente de los escritos mecanografiados y ciclostilados
que criticaban los regímenes comunistas y circulaban clandestinamente
en la URSS, Polonia y otros países antes de 1989. Por
ejemplo, la Carta a la GranDuquesa, de Galileo (1564-1642), análisis
de! delicado problema de la re!ación entre religión y ciencia, circuló ampliamente
como manuscrito antes de ser publicada en 1636. En Francia,
hacia finales deI reino de Luis XIV (que reinó de 1661 a 1715) circulaba
una gran variedad de manuscritos que satirizaban aI rey, a su
familia y a sus ministros. También de esta manera subterránea circulaban
libras que atacaban el cristianismo. En algunos casos, se copiaban
libros impresos para distribuir clandestinamente en una región en la
que su publicación estaba prohibida. En el Paris de principios de! siglo
XVIII, por ejemplo, el comercio en ejemplares manuscritos de libros
heterodoxos estaba muy bien organizado, con copistas profesionales
que trabajaban para empresarios que vendían su mercancia cerca de
los cafés. En la primera mitad de dicho siglo circulaban de esta manera
más de cien textos no convencionales.
Entre los dos tipos de manuscritos que se acaban de analizar estaban
los boletines informativos, que eran cartas que se enviaban en múltiples
copias a una cantidad limitada de suscriptores, sobre todo de 1550
a 1640, o, en otras palabras, una o dos generaciones antes deI auge de
los diarios. La flexibilidad de la forma manuscrita permitía variaciones
en las noticias que se enviaban a los suscriptores, de acuerdo con
sus intereses y necesidades individuales. Este servicio de noticias personalizado
sólo era accesible a personas de fortuna, pero permitía la
circulación de una información que los gobiernos habrían preferido
mantener en secreto. De ahí que todavia después de 1650 hubiera un
mercado de boletines manuscritos, pese al auge de las gacetillas impresas.
En Francia, por ejemplo, alrededor de 1671, el conde de Lionne
fue centro de una red de boletines manuscritos en Paris. Sus empleados
seguían a los ejércitos franceses en e! extranjera y enviaban aI conde
informes a los que él daba amplia circulación.
Otro ejemplo de la interacción entre manuscrito e imprenta nos
retrotrae a la carta. Los editores de periódicos impresos de diferentes
tipos, desde Transactions oftheRnyalSociety al Spectator; a menudo solicitaban
y recibían correspondencia de sus lectores. A1gunas de estas cartas
se imprimieron, mientras que otras influyeron en los temas que se
escogían para discutir y en las opiniones que se expresaban en e! periódico.
Para dar un último ejemplo de las interfaces entre los medios dirigiremos
la atención a la relación entre oralidad e imprenta. Los textos
impresos reproducían a menudo lo que Ong ha llamado «resíduo oral»,
que son giras idiomáticos o construcciones gramaticales más aprapiados
ai habla que a la escritura, al oído que a la vista. Los libras en forma
de diálogo, populares en el periodo moderno temprano, desde
El cortesano (1528) de Castiglione a El sobrino deRameau (escrito en la década
de 1760, aunque no se publicó hasta 1830) de Diderot, se nutrieran
de los intercambios orales en patios, academias y salones. A menudo
los predicadores se inspiraban en textos, de la Biblia a los esquemas
de sermón ya disponibles en forma impresa en el siglo xv, de manera
que los clérigos no necesitaban pasar en vela la noche dei sábado pensando
qué decir a sus feligreses ai día siguiente. Los predicadores enviaban
tarnbién sus textos a la imprenta, o bien otros lo hacían por ellos
tras tomar nota taquigráfica de sus alocuciones y luego transcribirlas.
Los usos de los libras impresos en este periodo tarnbién son reveladores
de la interacción entre habla e imprenta. Por ejemplo, uno de.
los devocionarios dei siglo era Ejercicios espirituales (1548), escrito por
el fundador de la orden jesuítica, Ignacio de Loyola, guía para la meditación
y para el examen de conciencia. Publicados en latín, los Ejercicios
no estaban destinados a que los leyeran los católicos laicos. EI texto
era un manual de instrucciones para un sacerdote o director espiritual,
que pasaría a los laicos el mensaje en forma oral. De la misma manera,
los manuales de ejercicios militares que comenzaron a aparecer
impresos en los siglos XVII YXVIII estaban destinados a los oficiales y los
sargentos, no a la tropa.
En la Inglaterra de comienzos dei siglo XVIII, las baladas impresas
se usaban a veces como apoyo para la actuación oral, algo así como el
kpraoke de hoy en día. Los textos se pegaban a las paredes de las tabernas
de modo que la gente que no sabía o no recordaba la letra de
una balada en particular pudiera cantar con los demás. Sin embargo,
todavia existia una cultura oral tan viva que mucha gente actuaba de
modo más creativo, es decir, componiendo baladas por si misma
acerca de sus vecinos o de sus enemigos. Estas baladas caseras podían
adaptar los versos de un texto impreso -análogamente a lo que ocurria
con los escribas de manuscritos a los que ya se ha hecho referencia-
y a menudo se cantaban con una melodia que otras baladas habían
hecho familiares.
EI arte de la conversación sufrió la influencia de la expansión impresa
de libras sobre el tema, empezando por la Italia dei siglo XVII, con
El cortesano (1528) de Baldassare Castiglione, Galateo (1558) de Giovanni
Della Casa y Conversación civil (1574) de Stefano Guazzo, y siguiendo
con una serie de tratados franceses, espafioles y alemanes y las reflexiones sobre eI tema que realizaron Swift, Fielding y lord Chesterfield.
Estos tratados ofrecían instrucción a hombres y mujeres de diferentes
edades y grupos sociales, a quienes aconsejaban cuándo mantenerse
en silencio y cuándo hablar, a quién, acerca de qué y en qué estilo. La
cantidad de ediciones que tuvieron,junto con los subrayados y las anotaciones
que se encuentra en algunos ejemplares que han sobrevivido,
sugieren que este consejo se tomaba en serio. En otros términos, la imprenta
contribuía a lo que los autores y los tratados habrían denominado
refinamiento dei habla, y tarnbién a su creciente uniformidad, proceso
al que también contribuyeron con la publicación de gramáticas de
diferentes lenguas europeas. En verdad, la lengua es uno de los dominios
que mejor ilustran la observación de Eisenstein acerca de las conexiones
entre imprenta y estandarización.
Las interacciones entre oralidad e imprenta pueden estudiarse con
más detalle si se examina ciertas versiones italianas de los llamados
pliegos. Un examen de estos folletos publicados en ltalia a finales dei
siglo xv y comienzos dei XVI, revela la continuada importancia de las
novelas de caballería, como había ocurrido en Francia más de un siglo
antes. Un libro de contabilidad que registra los gastos de un taller de
impresión cerca de Florencia entre 1476 y 1486 muestra que se vendieron
al por mayor cerca de 500 ejemplares de una novela de caballería
a un hombre ai que se describe como Bernardino «el que canta sobre
un banco». Por tanto, parece justificado sugerir que lo que hizo
Bernardino fue lo que todavía hoy se hace en regiones lejanas de Brasil
y otros sitios dei Tercer Mundo: recitar el poema y luego vender ejempiares
impresos dei mismo. La actuación era una forma de mercadotecnia.
Atraía a una audiencia de lectores potenciales y les daba la
oportunidad de probar la calidad dei producto. Comprar ellibro permitía
a los oyentes repetir la actuación ante sus familias y amigos. Si éstos
eran analfabetos, siempre podían pedir a alguien que les leyera o
les recitara el poema.
Muchos otros textos editados en Florencia o Venecia en esa época
comienzan o terminan con fórmulas que sugieren la presencia de un
cantante actuando en público, pues a menudo se inician pidiendo
ayuda a Dios y atención a los presentes. «Prestadme atención, que recitaré
un poema en verso», O bien: «Si prestáis atención os haré disfrutar
». O también: «Caballeros y buena gente, puedo contaros muchas
historias que me sé de mernoria». Las fórmulas finales expresan
la esperanza de que los oyentes hayan disfrutado de la historia, presumiblemente
mientras pasa el sombrero para recoger sus monedas.
«Esta historia se cuenta en vuestro honor». «Pensad en mis necesidades,
oyentes de bien», «Bellas y elegantes damas: os agradezco la atención
que habéis prestado a mi pobre elocuencia», Esas maneras de co-
menzar y de finalizar recuerdan pasajes, normalmente en verso, ai comienzo
y ai final de las obras de teatro (y luego las óperas) en que eI
dramaturgo (o el compositor) se dirigian directamente al público.
En estos textos no es dificil identificar fórmulas y temas dei tipo de
los que estudian Milman Parry y Albert Lord. Incluyen algunos de los
temas que aparecen en los poetas yugoslavos deI siglo xx, como la aceptación
de un consejo o el envio de una carta (que nos recuerda la importancia
de la escritura en una cultura semioral). Entre los ejemplos
de fórmulas, mencionamos «con dulce verbo», «lo arrojó al suelo»,
«corno un gato», «parecia un dragón», etcétera. Los textos también
ofrecen ejemplos frecuentes de la redundancia típica de la actuación
oral: por ejemplo, «Llorando y soJlozando con dolor» (Lagrimando e
piangendo con dolore) o «Era un día muy caluroso y el calor quemaba»
(Era quel di gran caldo egrande ardore). Este tipo de redundancia no debería
interpretarse en desmedro dei poeta. Es un recurso para facilitar
al público el seguimiento de la historia.
En resumen, en los siglos xv YXVI los medios orales y los impresos
coexistieron e interactuaron en Italia de la misma manera que en las
fronteras angloescocesas en el siglo XVIll. En su famoso estudio sobre
los poetas orales, Albert Lord sostuvo que la alfabetización y la imprenta
destruyeron necesariamente la cultura oral tradicional. Llegó incluso
a hablar de «muerte» de la tradición oral. Estos ejemplos italianos,
por otro lado, sugieren que la cultura oral y la cultura de la imprenta
fueron capaces de coexistir durante un periodo de considerable duración.
A este tipo de coexistencia se debe, por supuesto, la supervivencia
de baladas tradicionales de Escocia, Inglaterra y Escandinavia que
sólo a partir deI siglo XVI empezaron a ser escritas e impresas.
LARADIO
La primitiva historia de la radio tiene más que ver con la telegrafia
que con la telefonia, aunque después dei desarrallo de la transmisión
radial ellinaje del húngaro Puskas adquirió nueva significación retrospectiva
y en 1925 sir Frank Gil!, que participó en las conversaciones de
la Oficina de Correos britânica que culminaron en la creación de la
BBC, llamó la atención acerca de que «Ia telefonia tiene propiedades
tanto de carta como de periódico: «puede vestirse de privacidad [... ]
o transmitir para mil!ones de personas ai mismo tiempo».
Es larga la historia de la ciencia que subyace a la radio, pues se remonta
incluso más aliá de la obra dei científico alemán Heinrich Hertz
(1857-1894). Éste fue quien corroboró experimentalmente la brillante
obra teórica de James Clerk Maxwell (1831-1874), científico britânico
de la generación anterior, que en 1864 había formulado las ecuaciones
matemáticas básicas relativas al campo electromagnético. Tanto
Hertz como Maxwell murieronjóvenes. Oliver Lodge, que nació en 1851
y murió a avanzada edad en 1940, fue quien demostró las ondas hertzianas,
como se las denominó de inmediato, en la Roya1 Institution en
el MO 1895. También inventó un «cohesor», como éllo llamó, que es
un receptor de ondas hertzianas con un tubo de limaduras de hierro,
sin tener idea de la importancia económica de su trabajo. Para él el cohesor
era un aparato pedagógico.
También en otros países hubo pioneros de la radio, como A. S. Popoff
(18-59-1906) en Rusia, Edouard Branly (1844-1940) en Francia y
Augusto Righi (185()"1920) en ltalia, de modo que cuando enjunio de
1896 Guglielmo Marconi (1871-1937) llegó a Gran Bretaiia para exhibir
lo que élllamaba "progresos en la transmisión de impulsos y seiiales
eléctricas», alguien consideró en la Qyarterly Reoie» que «el seiior
Marconi sólo ha presentado otro modo de hacer lo que ya se hacía antes
». Lo que «atrajo la atención de la prensa» fueron «su nacionalidad,
sujuventud y los vergonzosos intentos de menospreciar su éxito», Yel
autor anónimo concluía de esta manera: "Está bien que ocasionalmente
la prensa despierte a los rápidos progresos de la ciencia práctica. La
civilización ha avanzado más gracias al trabajo de los ingenieros que
a la cháchara de los políticos».
En realidad, Marconi no se había dirigido a los políticos, sino a
empleados públicos, oficiales de la marina y soldados, así como a científicos,
incluso A. A. Campbell Swinton, profeta de la televisión, ai
que fue presentado y que le hizo extensiva una invitación a reunirse
con sir WilIiam Preece, quien había tenido con él conversaciones informales
en la Oficina de Correos. Uno de los oficiales navales, el capitán
H. B. (Iuego sir Henry) jackson, había empezado yaun aiio antes
a experimentar con la radio en forma completamente independiente
de cualquier otro, y tanto él como Marconi realizaron entonces
pruebas con la flota británica sobre bases similares a la de los ensayos
que había llevado a cabo Popoff en la flota rusa. Lo que entonces los
impulsaba era la necesidad, no el progreso de la ciencia. Las naves con
revestimiento de hierro exigían nuevas maneras de sefializar; tal como
dos generaciones antes las habían necesitado los «caballos de hierro
» deI ferrocarril.
En ese contexto, la radio, culminación de la historia de las comunicaciones
dei sigla XIX, fue concebida simplemente como sustituto de
la telegrafia, así como los automóviles, punto culminante de la historia
decimonónica dei transporte, fueron concebidos como carruajes sin
caballos: sólo los desearían las personas que tuvieran un carruaje. Pera
ocurrió que la radio mostraría su máxima utilidad en los océanos o en
continentes vastos y escasamente poblados, mientras que el hecho de
que sus mensajes seiializados, todos en Morse, pudieran ser recogidos
por persanas a las que no estaban dirigidos -su dimensión de trans-

Figura 18. Guglielmo Marconijoven. Procedente de Italia, llegó a Londres en febreTO
de 1896 eon un ramillete de aparatos sin hilos. En 1897 montó su Compafiia de
Telégrafo ySefiales sin hilo.
misión radiofónica-, no se consideró una ventaja, sino un grave inconveniente.
Análogamente, el automóvil fue un producto de lujo y
nadie se imaginaba un automóvil en una vivienda residencial con garaje,
así como nadie asociaría más tarde esa casa con un aparato de radio.
En su visita a Inglaterra, Marconi deseaba resultados rápidos, y cuando
en 1897 fundó su Wireless Telegraph &Signal Company se concentró
sobre todo en disefiar y vender en gran escala aparatos de radio a
clientes comerciales y gubernamentales. También tenía en mente el royalty:
en 1897 se transmitieron más de un centenar de mensajes entre la
reina Victoria, que se hallaba entonces en Osborne House, en la Isla de
Wight, y el yate real dei príncipe de Gales, en las afueras de Cowes, donde,
enfermo, guardaba cama. Marconi no pensaba en la radio como
extendido medio de comunicación. Ni en verdad utilizó la palabra «radio
», Yen esto no estaba solo. En 1899, por ejemplo, TheElectrician sostenía
que los «mensajes dispersos sólo transmiten energía de desecho
al viajar con inútil persistencia hacia el espacio celeste".
Preece, miembro fundador de la Society ofTelegraph Engíneers, que
se creó en 1871 y que en 1889 pasó a 11amarseInstitution ofElectrical Engineers,
fue prudente en lo tocante a las patentes de Marcam, incluso en
el contexto en el que el propio Marconi las situaba; y aun cuando MarcoDi ya había transmitido mensajes a través dei canal de la Mancha en
1899, Preece advirtió que no se podía colocar "la telegrafía sin hilos
en su forma actual y con su limitación de velocidad» (auténtica limitación)
en la misma categoria que el -viejo sistema". Dado que su enfoque
del desarrollo de las comunicaciones era más burocrático que
empresarial, creía de hecho que "ir a parar a manos de una compaiiía
es lo peor que le puede ocurrira un invento [como el de Marconi]. Con
verqué pasó con el teléfono basta para convencemos de ello». No obstante,
la posición de Preece no estuvo libre de retos. El Chamber'sJournal,
al informar acerca de una de sus conferencias, la colocó junto a
un artículo titulado "Las palomas mensajeras de Su Majestad»,
Como observaba en 1898 un redactor de la Quarterly Reoieio, fue inmediata
la excitación popular en torno ai medio de transmisión de los
mensajes de Marconi -"el medio ilimitable, incomprensible, exquisito,
el éter--c-; y el mismo autor, en un estilo anticuado, sugeria que mejor
nombre para el sistema sería «telegrafia etérea», pues «no era en
realidad sin hilos». En efecto, se usaban hilos «en cada extremo como
parte dei aparato". Otro autor afirmaba que el «rnilagro» de la radio
consistia en que, por encima de todo, era «misteriosa»,como los rayosX,
descubiertos recientemente, en 1895. Era lo más próximo a la telepatia
que el mundo había conocido.
Su poder sólo se hizo evidente para la grau mayoría, lo mismo que
para los expertos que decían hablar con autoridad, cuando la radio
-entró en el hogar, primero en Estados Unidos y luego en Gran Bretana
y Holanda. Sin embargo, antes de que se crearan nuevas instituciones
que ofrecieran «programas», una red de radioaficionados, conocídos
como hams, había forjado enlaces nacionales e internacionales, la
mayoría de elios utilizando el Morse y otros la telefonía. En 1912, un libro
norteamericano de H. Collins, The WirelessMan, los describía con
visión de futuro como «el público más vasto del mundo". Por entonces
se calculaban en ciento veintidós los clubes de radioaficionados
que había en Estados Unidos.
Sólo en virtud de una serie de inventos del periodo comprendído
entre la última década del siglo XIX y la de 1920 -algunos de los cuales
fueron producto de cuidadosa investigación científica, mientras que
otros se vieron estimulados por circunstancias especiales de la 1 Guerra
Mundial, en la que se empleó la radio con fines militares- fue posible
escribir en términos de tamaiio de la audiencia. No obstante, de
haberse tenido en cuenta los factores sociales cuando la radio estaba
en proyecto, en lugar de subestimarlos, se habría podido predecir las
aplicaciones futuras de la tecnología. Por ejemplo, cuando sir William
Crookes, en un citadísimo artículo británico de 1892, ofrecía «las desconcertantes
posibilidades de la telegrafia sin hilos, ni postes, ni cables, ni ninguno de nuestros costosos aparatos actuales, que derivan de
unos pocos postulados razonables-, no sugería lo que luego habría de
suceder en realidad.
Marconi siguió su propia línea de desarrollo y espoleó la imaginación
de los norteamericanos cuando en 1899 aceptó el encargo remunerado
de James Gordon Bennett hijo, propietario dei Neui York Herald,
para que cubriera las carreras náuticas de la Copa de América, y
en 1901 cautivó tanto la imaginación de norteamericanos como de europeos
con el envío de un mensaje por radio a más de tres mil kilórnetros
a través dei Atlântico, de Cornualles a Terranova. Esta historia
tuvo un inesperado desenlace. La Telegraph Companyangloamericana
tenía el monopolio telegráfico en Terranova e hizo expulsar ai equipo
de Marconi de la isla, por entonces independiente de Canadá.
La publicidad posterior vino sola. En 1904, la radio ocupó los titulares
cuando se la utilizó para informar dei arresto dei Dr. Crippen, un
asesino que se fugaba de Inglaterra a Canadá por mar con su amante.
Ocho anos después, la estación de Marconi en Long Island recibía los
mensajes de SOS dei Titanic que se hundía y envió la noticia a la Casa
Blanca: el operador, David Sarnoff (1891-1971), sería luego famoso.
En 1906, el segundo Congreso Mundial de Telegrafia sin Hilos, que se
celebró en Berlín -eI primero había tenido lugar en 1903-- había
acordado que SOS fuera la serial normalizada de peligro. Berlín estaba
en realidad fuera dei imperio de Marconi, pues a la sazón los alemanes
tenían sistema de radio propio, Telefunken. ,
Para Marconi, tan importantes como la publicidad fueron la adquisición
de nuevas patentes para aparatos de radio y la protección de la
suya: en 1899 había formado una compafiía subsidiaria norteamericana
y todavía en 1901 no se enfrentaba a la competencia de ninguna
empresa, exceptuando a las cornpanías de cable. Un estudio histórico
temprano -Radio: Beamand Broadcast; de A B. Morse, editado en 1925,
con la transmisión radiofónica ya en marcha- contaba la historia dei
desarrollo de la radio, sobre todo a través de los registros de «inventos
actualmente en uso o sus antecedentes directos- asentados en la oficina
de patentes. Era una historia que ocupaba-un sitio nuevo en Estados
Unidos tras la formación, en octubre de 1919, de un nuevo cuerpo, la
Radio Corporation of America (RCA), «versión civil dei monopolio
militar que había controlado la radio durante la guerra». Compró todas
las patentes de Marconi. Si Marconi hubiera sido ciudadano norteamericano,
su tan exitosa compariía tal vez habría seguido la alternativadelaAT&
T.
La RCA era una compafiía con apoyo gubemamental que estableció
estrechas relaciones con AT&T, General Electric y Westinghouse,
productoras de aparatos de radio civiles, pero tanto aquélla como éstas
tenían que preocuparse no sólo por las patentes y los competidores,
sino también por las aspiraciones de la competencia a acceder ai espectro
radial dei Gobierno -ysobre todo de las fuerzas armadas- y
de un ejército pacífico y ya enorme de radioaficionados que contaba
con batallones también ai otro lado dei Atlántico.
Según la Ley de Radio de 1912, primera de este tipo de leyes que se
aprobó en Estados Unidos, los mensajes radiofónicos de los radioaficionados
debían limitarse a bandas de 200 metros o menos de longitud de
onda, límite que en algunos Estados se amplio en 1915 a 425 metros.
A pesar de la presión militar y naval, hubo resistencia a cualquier regulación
tanto dentro como fuera del Congreso. «Nos hemos educado en la
idea de que el aire era absolutamente libre para todos". ~Por qué no iba
a serlo? La misma pregunta se plantearia después de la I Guerra Muntlial
en Grau Bretana, al igual que en Estados Unidos, cuando, por razones
navales y militares, no se permitían las transmisiones de radioafícionados.
En 1921, para un portavoz de la Sociedad de Radioaficionados
de Londres, yacompletamente comprometida con la radiotelefonía, en
1921 «todo inglés tiene derecho a oír lo que se emite en su éter con tal
de que sus aparatos de escucha no molesten a sus vecinos-.
En todos los países, la mayoría de los radioaficionados utilizaba
aparatos baratos de cristal que ellos mismos fabricaban. Para ellos fue
una suerte el descubrimiento, a finales dei siglo XIX, de que diversos tipos
de cristal servían corno detectores de ondas de radio susceptibles
de enumeración y clasificación, como lo fueron entre 1908 y 1911. Antes
de 1914 había en el mercado un conocido cristal rectificador---el
«Périkon--c-. una punta de bronce que se apoyaba en la superficie,
pulida o no, de una pieza de silicio, sustancia con un futuro más romántico
incluso que el de los radioaficionados mismos. La primera historia
detallada dei transistor y «el nacimiento de la era de la información
» llevaría por título CrystalFire.
En Gran Bretana, según la Leyde Telegrafia sin Hilos, todos los transmisores
o receptores de sefiales sin hilos tenían que disponer de una licencia
de la Oficina de Correos; y en 1920 la Marconi Company disfrutó
de una «Licencia General" para «producir telefonía experimental". Sin
embargo, cuando comenzó a transmitir los conciertos desde Chelmsford,
chocó con la dura oposición de laJunta de Telegrafia sin Hilos, organismo
que contaba con una fuerte representación militar. Esas transmisiones,
sostenía la mencionadaJunta, no sólo interferían los mensajes
de defensa, sino que convertían la radio, «sierva de la humanidad», en
<~uguete para divertir a los ninos»; y a la luz de su consejo, en otofio de
ese ano se rescindió el permiso de transmisión de Chelmsford.
Esta llevó a su vez a la protesta de los radioaficionados. Ahora en
busca tanto de comunicarse entre sí como de escuchar programas de
radio que se emitían para ellos, redactaron una petición firmada por sesenta
y tres sociedades de radioaficionados que obligaron al Jefe General
de Correos, quien también había tachado de «frívolos» los conciertos,
a repensar la cuestión. Cuando abandonó e! cargo, en diciembre de
1921, tuvo cuidado de afirmar que la reanudación de los conciertos sería
«en beneficio de las sociedades de radioaficionados». Todavía no
existía el concepto de una «gran audiencia».
La primera estación de la Marconi Company que ofreció conciertos
de media hora tras la reanudación fue la de Writtle, cerca de Chelmsford.
EI primer concierto, que sus protagonistas describieron modestamente
como «cosa de ingenieros», fue transmitido e! 14 de febrero
de 1922 y e! último el 17 de enero de 1923. Los ingenieros se esforzaron
por ser locutores brillantes y muy informales: los registros gramofónicos
eran la materia prima, pero también transmitieron por primera
vez una obra de teatro: Cyrano deBergerac. Peter Eckersley, líder natural
deI grupo, se convertiría en el primer ingenierojefe de la BBC, que se
fundó en e! otono de 1922, antes deI cierre de Writtle.
Antes de 1914 hubo tres inventores sobresalientes -un británico,
un norteamericano y un canadiense- que abrieron el camino hacia
la transmisión deI sonido. En 1904, Ambrose Fleming (1849-1945),
profesor deI University College de Londres -había sido alumno de
Maxwell-, ideó la válvula termoiónica, descrita mucho antes que el
microchip como ••e! gigante más pequeúito de la historiá». Un paso
mayor es el que dio Lee de Forest (187g.1961) en PaIo Alto dos anos
después: anadió un tercer e!ectrodo en forma de rejilla entre e! cátodo
y e! ânodo de la válvula diódica de Fleming, que en Estados Unidos
se describía como tubo al vacío. La patente pertenecía a la British Marconi
Company, lo mismo que la de una importante válvula de H.J. Round,
yen 1922 se produjeron conflictos por patentes. En verdad, hasta 1943
e! Tribunal Supremo de Estados Unidos no decidió que Forest era el
único con derecho a su tríodo o «audión», como él lo llamaba. Era
algo más que un progreso: hacía posible la amplificación de las sefiales
débiles de radio -no sólo en Morse, sino también en palabras y
música- y la cobertura de mayores distancias. Forest se autocalificó
orgullosamente como «padre de la rádio».
EI tercer hombre deI trío, Reginald Fessenden (1866-1932), canadiense,
utilizó un alternador de frecuencia para producir el «primer
acontecirniento» de la década previa a 1914: la transmisión radiofónica
de un concierto desde Brant Rock, Massachusetts, la Nochebuena
de 1906, recogida en lugares tan distantes como el Caribe. EI propio
Fessenden tocó el violín, cantó villancicos y presentó el Largode HaendeI
en su fonógrafo. «Si alguien me oye -dijo a su desconocida audiencia-
escriba por favor aI sefior Fessenden en Brant Rock», Unos años después, Forest, quien había transmitido desde buques de guerra
norteamericanos, llegó a una audiencia diferente y desconocida
cuando envió mensajes desde la Torre Eiffel, que ya emitia seúales
borarias.
Forest, de quien se dice que carecía de sentido de los negocios, pero
que era un «radioaficionado nato", había percibido la necesidad de
ese servicio antes de 1914. En consecuencia, había insistido en seguir
presentando conciertos por radio tras haber negociado un acuerdo
con AT&T en 1914, por el cual vendió a la Companía sus patentes de
audión, mientras ai mismo tiempo acordó quedar ai margen de la
transmisión punto a punto por radio desde emisores específicos a receptores
específicos. Forest deseaba concentrarse en la transmisión de
música -y en particular de ópera- a los hogares, y en 1910 transmitió
en directo desde el edificio de la Ópera Metropolitana de Nueva
York, con la actuación de Enrico Caruso, entre otros. Ya entonces pensaba
en la transmisión radiofónica como medio de comunicación, y
sabia, antes de que la tecnologia estuviera preparada para ello -sobre
todo en lo relativo a la producción de receptores-, que podia tratarse
de un gran negocio. En 1916, mientras Europa estaba en guerra, pero
no Estados Unidos, transmitió el partido de rugby norteamericano
entre Vale y Harvard, y la noche de las elecciones de ese mismo ano
emitió una cobertura informativa de seis horas con los resultados de la
carrera presidencial que llevó a la Casa Blanca a WoodrowWilson (18551924)
(erróneamente inforrnó de que Wilson había perdido, como lo
hicieron algunos sectores de la prensa).
Todavia en 1916, la mavoría de los expertos britânicos en radio, incluso
figuras importantes de la Sociedad de Radioaficionados de Londres,
que tenía a Crookes y Lodge como miembros honorarios, no estaban
convencidos de que la telefonia sin hilos tuviera el futuro que
Forest anunciaba; no estaba «del todo claro" --escribia uno de ellos
en 1913- "de dónde llegaria la primera demanda definitiva" de telefonia
sin hilo. Sin embargo, el mismo ano, el Illustrated London Netos había
mostrado imãgenes de oyentes britânicos en ropa de etiqueta, escuchando
absortos por auriculares, no ya palabras, ni música, sino las
sefiales horarias.
En 1914, el presidente de la Sociedad era Campbell Swinton, al mismo
tiempo visionario y prudente. Dijo a sus miembros que con un poco
de imaginación se podia uno representar en un futuro no muy lejano
estaciones receptoras de radio especialmente instaladas en salas semejantes
a cines, a donde la gente podría ir y «oír de viva voz a los oradores
más importantes dei momento, aunque hablaran a centenares de
kilómetros de distancia". Pero el futuro no adoptaria esa forma. La telefonia
sin hilo -Ia radio-- como la telefonia, terminaria invadiendo
el hogar. Un magistrado de Londres, en un artículo escrito en 1924
con el título "EI renacimiento de la vida hogarefia», calificaba la radio
de «nuevo vínculo de interés para la familia»,
Este aspecto de su futuro ya había sido percibido, después de Forest,
por Arthur Burrows (1882-1947), quien trabajó para la Marconi
Company durante la guerra recogiendo, editando y distribuyendo
mensajes radiales interceptados, y allende eI Atlântico por Sarnoff,
quien habría <\econvertirse en el primer gerente comercial de RCA.
Durante la guerra, Sarnoffhabía concebido una "simpIe Caja de Música
por Radio [... ] acondicionada para distintas longitudes de onda,
que se podían cambiar simplemente tirando de una clavija o presionando
un botón». "EI problema de transmitir música ya se ha resuelto",
afirmaba, y por tanto no hacía falta imaginación ninguna para
«pronosticarlo», Y la música se podía complementar con "noticias y
conferencias».
Sarnoff pensaba en la transmisión radiofónica, aunque todavia no
usaba la palabra (broadcastinp], que, a semejanza de "cultura" y «cultiVO",
no derivaba de la tecnologia o la industria, sino de la agricultura:
se llamaba broadcast«la semilla dispersa a voleo, no depositada en surcos
ni en filas. AI comienzo, como hemos visto, se pensaba que la dispersión
era una desventaja comercial. Pero cuando se empezó a concebir
la transmisión (broadcasting) como «médio de comunicación», la
desventaja se transformó en punto de apoyo. Sarnoff deseaba hacer de
la «rádio un aparato dei hogar en eI mismo sentido que un piano o un
fonógrafo". También sugería que a todo suscriptor dei servicio se le
enviaran ejemplares de la revista interna de la Marconi Company, Wireless
Age,nombre que se había adoptado en 1913 en sustitución dei anterior,
Marconigraph.
Irónicamente, fue el visionario británico y no el norteamericano
quien incorporó la publicidad a su visión de la transmisión radiofónica.
"No habría ninguna dificultad técnica -explicaba Burrows- en
que una emprendedora agencia de publicidad dispusiera de intervalos
en el programa musical para llenarlos con anuncios audibles, llamamientos
patéticos o convincentes -en tono adecuado-- en nombre
de unjabón o de una salsa ketchup-. Hubo también otras ironías.
Con el fin de financiar los programas de transmisión, Sarnoff depositó
su confianza en un todopoderoso consorcio de productores y comerciantes
de radios que cubría todo el país, no significativamente distinto
dei que terminó por constituir la Oficina de Correos británica en 1922
en Londres y dei cual surgió la BBC como monopolio. Para Sarnoff,
«el sector» tenía «la responsabilidad de mantener ysostener emisoras
de radio adecuadas, de modo que los aparatos que se vendan ai público
yque éste compre no vengan a ser como una nevera sin híelo».
La BBC, que se creó como monopolio en gran parte por razones
técnicas, no obtuvo sus ingresos iniciales de la publicidad, sino de las
regalías o de la venta de aparatos de radio y los derechos de uso. Se convirtió
en monopolio en virtud de la decisión gubernamental por la
cual, dado que había reclamaciones en competencia por el acceso a
un espectro reducido, sólo debía haber una organización radiofónica.
En Estados Unidos, sin el trasfondo de una Oficina de Correos y sin
voluntad de regular el espectro reducido, no se pensó en esa solución.
RCA no pudo actuar como monopolio. Ni AT&T, como «portador cornún
», tuvo êxito en su esfuerzo por promover la programación mediante
la v~ta dei tiempo en la red a posibles clientes en forma de peaje,
de la misma manera que se vendía a los suscriptores el tiempo en la
línea telefónica.
La radiofonía norteamericana se iniciaría de muy otra manera. En
1922 se produjo un notable boom de la radio, que se describió dei mismo
modo que el boom de los canales y el de los ferrocarriles: como una
manía. Lo cierto es que esto cogió por sorpresa a Estados Unidos y
que la respuesta fue la aparición de una gran cantidad de estaciones de
todo tipo, algunas asociadas a periódicos, otras a organizaciones minoristas,
algunas a ciudades, otras a escuelas y universidades. Como dijo
un observador: «a todo lo que hablara se le llamó emisora de rádio».
Ya en mayo de 1922 el Departamento de Comercio había concedido
más de trescientas licencias de transmisión. A las primeras estaciones
se las reconocía por sus sefiales de sintonía-como lo serían en Inglaterra
Chelmsford y Writtle-y la que se supone primera, la KDKA, había
comenzado en 1920 en Pittsburgh. Su iniciador fue un radioaficionado,
Frank Conrad, ingeniero de la Westinghouse, que recurrió a unos
grandes almacenes para que anunciaran sus «conciertos por rádio».
Westinghouse mostró particular interés cuando se dio cuenta de que
los registros grarnofónicos que Conrad realizaba se vendían mejor en los
almacenes a consecuencia de sus transmisiones radiales.
La cantidad de estaciones era elevada, y ai principio todas utilizaban
la misma longitud de onda, 360 metros, lo que creó «caos en el
éter", la «ruína» que se había pronosticado antes de la guerra. Hacia
finales de 1922, la cantidad de licencias llegaba a 572. Los periódicos y
los periodistas producían suplementos radiales que estimulaban a la
gente a comprar aparatos. En 1922 se vendieron cien mil, y en 1923,
más de medio millón. Hacia 1925 había en Estados Unidos cinco millones
y medio de aparatos de radio en uso, cerca de la mitad dei total
mundial. La cantidad de aventuras radiofónicas individuales habría
de disminuir, ai tiempo que surgían poderosas redes, la primera de las
cuales fue la NBC (National Broadcasting Company), que Sarnofflanzó
como «servicio público»: la segunda fue la CBS, la Columbia Broadcasting System, creada en 1927 por quien se había convertido en rival de
Sarnoff, William Paley (1901-1990), que empezó en radio con anuncios
de la fábrica de cigarros de su padre y había trabajado en la agencia
United Independent Broadcasting.
La proporción de las redes se incrementó dei 6,4 por ciento de las
emisoras de radio en 1926 ai 30 por ciento en 1931, pues los radioaficionados
que habían presionado para introducir programas radiales
fueron relegados a segundo plano, junto con muchos propietarios de
pequeiias emisoras. Los radioaficionados mantenían siempre vivo su
interés por captar los mensajes más lejanos, pero los propietarios locales
que, como en Chicago, no trataban de concentrarse en lo lejano,
sino en lo próximo, se sentían decepcionados a medida que el creciente
poder de la red se expresaba en la creciente programación por
fórmula. Para los aficionados entusiastas completamente indiferentes
al contenido de los mensajes que captaban, la radio era un deporte;
para las redes, un gran negocio.
La publicidad se convirtió en la dinámica financiera. Además de la
crítica de muchos sectores de la prensa, en 1922 y 1923 la publicidad
también sufrió los ataques de Herbert Hoover (1874-1966), futuro presidente
de Estados Unidos y a la sazón secretario de comercio: en una
frase notable declaró «inconcebible que tan formidable oportunidad
para el servicio y las noticias, el entretenimiento, la educación y vitales
fines comerciales, quede ahogada por la cháchara publicitaria». Estaba
equivocado, y en 1927, cuando era Presidentey se aprobó la primera
legislación gubernamental que instauraba la Comisión Federal de
Radio (otro revelador ejercicio de regulación), ésta ya no hablaba
de «servicio», sino de «interés, conveniencia ynecesidad pública».
Edgar Felix, temprano consultor de mercadotecnia radiofónica,
contemplaba retrospectivamente con entusiasmo el proceso de expansión
previo a toda regulación:
[Qué magnífica oportunidad para que el publicista expandiera su
propaganda de ventas! Había un público vastísimo, ernpático, ávido de
placeres, entusiasta, curioso, interesado y abordable en la intimidad dei
hogar.
Westinghouse compitió. «EIanuncio radiofónico -afirmaba la compaiiía-
es el medio moderno de la expresión empresarial. Permite a
la industria expresarse. Gracias a la radio, los hombres de negocios norteamericanos
disponen de una llave maestra para entrar en casi todos
los hogares de Estados Unidos". Frank Arnold, director de desarrollo
de la NBC, llegó a decir que la radio era «la Cuarta Dimensión de la
Publicidad».
Pero las cosas no se veían de la misma manera en Gran Bretaüa ni
en la mayoría de los países europeos. Holanda encabezaba la radiofonía
regular con la transmisión de programas desde La Haya en noviembre
de 1919 por la PCGE, ernisora creada por la Nederlandse RadioIndustrie.
Hasta 1927 sólo hubo una emisora holandesa, compartida
de manera insólita, pero muy a tono con la historia de esta nación, por
cinco organizaciones «pilares», bien arraigadas y cada una con su confesión
religiosa. La radiofonía britânica tomó un curso distinto. Aunque
la British Broadcasting Company no recibió licencia de la Oficina
de Correos hasta enero de 1923, sus primeros programas fueron transmitidos
e! 14 de noviembre de 1922. Burrows leyó un noticiario de las
seis en dos velocidades (lento y rápido) en un receptor telefónico ordinario
conectado ai transmisor 2LO de la Marconi Company. EI mismo
día, en los antípodas, Nueva Zelanda transmitía sus primeros rnensajes
radiales.
La asignación de las escasas longitudes de onda fue materia de dura
negociación nacional, que en 1926 se hizo internacional. En julio de
ese ano se adoptó un Plan Ginebra para longitudes de onda europeas,
elaborado por ingenieros; un ano más tarde, una Conferencia Mundial
sobre Radio, celebrada en Washington, la primera de ese tipo desde
1912, estudió lo que Hoover llamaba «congestión de los carriles
por los que se conduce las comunicaciones», Una conferencia posterior
realizada en Praga en 1929 y organizada por gobiernos yautoridades
de radiodifusión, dejó a cargo de las administraciones nacionales
(incluida la de la Unión Soviética, que no había estado representada
en Ginebra ni en Washington) las distribuciones de detalle dentro deI
total que se asignaba a cada una. En la Unión Soviética se festejaba todos
los anos el 7 de mayo, aniversario de una exhibición de radio de
Popoffen 1895; la primera transmisión pública tuvo lugar en 1919, pero
hasta finales de los anos veinte se oyó poca radio en gran escala.
En todos los países preocupados por el desarrollo de la radiofonía,
la actividad se dejó en manos de instituciones de radio de recien te organización,
tanto locales como regionales y nacionales, que en los anos
veinte tuvieron un rápido desarrollo. Empleaban la misma tecnologia
de rádio, pero eran distintas sus respectivas estructuras. Algunas eran
comerciales; otras, gubernamentales; y otras, como la BBC, a la que
dia formaJohn Reith (1889-1971), de cuyo nombre derivó el adjetivo
reithian, no era comercial ni estaba controlada por el Gobierno. No obstante,
con independencia de su estructura, tenían que compartir lo
que había dado en llamarse «papel de! corretaje cultural» en lo relacionado
con la industria deI registro gramofónico, el cine, las artes deI
espectâculo, los deportes y «hasta cierto punto el periódico» Cada uno
de estas campos tenía su propia historia y su propia organización.
Una vez establecida la radiofonía, hubo un momento simbólico en
que la historia de la radio primitiva tocó a su fin, un momento de silencio.
EI20 de julio de 1937 murió Marconi. AI día siguiente, casi todas
las emisoras de radio del mundo, incluidas las radioemisoras comerciales,
que nunca se habían interesado demasiado por él, guardaron
silencio durante uno o dos minutos. Fue un momento único en la historia,
comparable, quizá, a esos días meramente imaginarios en que los diarios no tienen ninguna noticia que imprimir.
LA ERA DE LA RADIO
Sin embargo, es preciso comenzar con lo que la BBC siempre llamó
sound Invadcasting (<<transmisión de sonido», «radio») y no con la televisión,
no sólo por su interés intrínseco, sino también porque, ai menos
en un primer momento, las mismas instituciones que habían inaugurado
la era de la radio fueron responsables de la era de la te!evisión.
En general eran más bien instituciones que organizaciones: así se pensaban
en Estados Unidos la NBC y la CBS, y como tal se pensaba también
la BBC en Gran Bretafia. Ya en 1926 lo había dicho el arzobispo
de Canterbury, y no mucho después la BBC fue comparada con la
Iglesia de Inglaterra que él presidía. En 1940, R S. Lambert, ex director
de la revista Listenerde la BBC, se volvió a otra institución al afirmar
en su libro Anel and All His Qyality que «en el campo deI arte, el intelecto
yla política", la BBC ejercía a través dei patronato «todo el poder
que otrora ejerciera la Corte».
- Uno de los grandes reporteros de guerra radiales, igualmente bien
conocido a ambos lados dei Atlántico, Ed Murrow (1908-1965) fue casi
una institución por sí mismo y como tal reconocido por sus transmisiones
desde Londres durante la Batalla de Gran Bretafia. Para MacLeish, a
la sazón bibliotecario de! Congreso, aquellas transmisiones -destruían la
~perstición de la distancia". Hoyen día documentos históricos de incalculable
valor, en su momento dieron vida a todo. EI propio MacLeish
babía abierto un nuevo capítulo en la radio norteamericana con la
obra en verso TheFall ofthe City, transmitida en 1937 con Orson Welles
en el pape! de locutor. Otra transmisión de la CBS en el ano 1938, nuevamente
con Welles como locutor, fue una versión muy modificada
de La guerra de losmundos, de H. G. Wells. Su anuncio dei aterrizaje de
marcianos sembró e! pánico, pero Dorothy Thompson lo describió
como «e! noticiaria dei sigla [... ] que contribuyó a la comprensión
dei hitlerismo, e! mussolinismo, e! estalinismo y otros terrorismos de
nuestro tiempo en mayor medida que todo lo que sobre ellos han escrito
hombres razonables»,dio
En el término de dos anos, la mayoría de las emisoras europeas estaban
en poder de los nazis, y la exigencia de noticias «reates» se hizo
mayor que nunca. Para suministrarlas tenía la radio por primera vez
una gran ventaja sobre los periódicos, ventaja que de alguna manera
se sentía en Estados Unidos, pero que se apreció sobre todo en Gran
Bretana. Antes de la guerra, la BBC sufrió limitaciones en sus operaciones
de noticias, sobre todo en el tiempo y el contenido, por obra de
la prensa y las agencias de noticias. Ahora, con el apoyo deI nuevo e
impopular Ministerio de Información, se veía liberada. Además, era
huésped de muchas emisoras europeas que se identificaban como «La
Voz de la Libertad» yque en el apogeo de la guerra continuaron transmitiendo
en cuarenta y cinco lenguas, incluso el tamil, el thai y eljaponés.
En el interior era responsable del mantenimiento de la moral y
entre el espectro de programas de entretenimiento gue transmitia,
ITMA de Tommy Handley pasó a la leyenda. Especial importancia tiene
la manera en que la BBC interpretaba las «visiones» de la guerra a través
de un abanico de comentaristas, la mayoría de los cuales no eran
periodistas profesionales. También la radio norteamericana se volcó
cada vez más en voluntarios ajenos a la profesión, cohorte crítica en la
propaganda de la democracia, propaganda en que Hollywood descolló
en particular.
La guerra proporciona un punto de vista necesario y ventajoso,
aunque insólito, para el estudio de estos aspectos de la radio, de la misma
manera que para el estudio del cambio tecnológico, por ejemplo,
el radary los cohetes. Entre 1939 y 1945 se libró una guerra de palabras,
de modo que tanto en los países democráticos como en los totalitarios,
el micrófono se convirtió en un arma de gran poder. Yala habían
utilizado Hitler (1889-1945) y Goebbels (1897-1945), el responsable
de la maquinaria de propaganda nazi, tal como había ocurrido antes
en la Unión Soviética. En la primera exhibición radial nazi, en 1933,
Goebbels, empenado en la destrucción de la independencia de la prensa,
afirmó enérgicamente que la radio sería al siglo xx lo que la prensa
había sido al XIX. En los gigantescos mítines del partido en Núremberg,
inteligentemente escenificados, se manipulaba el micrófono como un
megáfono, tal como en las plazas y los edificios públicos de la Unión
Soviética.
La radio también se vio favorecida por la posibilidad de controlaria
y evitar que los aparatos de radio de la gente, en producción a finales
de los anos treinta, captaran emisoras de otros países. Sin embargo,
tanto Lenin (1870-1934) como Stalin (1879-1953) emplearon preferentemente
panfletos que aparecían en su nombre y no fueron activos
a la hora de utilizar la radio; por otro lado, los programas soviéticos eran
aburridos y estaban llenos de dudosas estadísticas y llamamientos a los
activistas del Partido. La prensa estaba rigurosamente controlada. En
Estados Unidos, donde la prensa era ampliamente hostil a Roosevelt
(1882-1945), el Presidente había usado el micrófono de modo muy diferente
en sus «charlasjunto ai fuego», tratando de que sus oyentes lo
sintieran presente en su casa, junto a ellos. Pero no fue éste el único
empleo que Roosevelt hizo de la radio. Sus ocho charlas sólo representaron
el ocho por ciento de sus alocuciones por radio entre 1933 y
1936: una de ella, en un día de fiesta, fue escuchada en el 64 por ciento
de las radios norteamericanas.
Sin embargo, ninguno de esros usos de la radio había formado parte
de la experiencia britânica, de modo que al abordar el paso de la
paz a la guerra, la BBC, a la que en sus primeros anos de historia el Cobierno
le había pedido que se mantuviera ai margen de transmisiones
polémicas, tuvo que adaptar sus estructuras y sus políticas más que
ninguna otra gran organización radiofónica. No obstante, el abanico
de su programación de preguerra era mucho más amplio que el de ningún
otro país, en particular Estados Unidos, ventaja que mantuvo durante
la guerra y con posterioridad a ella. En su transmisión de ultramar
continuaba orgullosa de transmitir «la verdad», En su programación
nacional había abandonado gran parte de lo que en los primeros anos
había considerado fundamental, como, por ejemplo, un modelo especial
de transmisión para los domingos y la reticencia a propalar demasiada
«música pop».
AI comienzo de la guerra, de acuerdo con las instrucciones dei Cobierno,
la BBC irradiaba sólo un programa, pero ya en enero de 1940
lanzó un nuevo Forces Programmecomo alternativa al Home Seroice. Transmitido
en todo el mundo, cambió por completo e! equilibrio programático
de la BBC de preguerra, y después de la terminación de la guerra,
en julio de 1945, se convirtió en elllamado Light Programme. Se
trataba de uno de tres programas para la audiencia nacional, e! tercero
de los cuales -llamado Third- era un programa cultural minoritario,
tal vez más prestigioso en e! exterior que en la propia Grau Bretana.
A través de estos cambios, la «gran audiencia.., cuyo elogio habían
cantado tanto Reith como Seldes, se empezaba a dividir, a pesar de
que e! por entonces director general sir William Haley (1901-1987), que
nunca empIearía el término «fragmentación-, expresara la esperanza
de que los oyentes pasaran gradualmente de un programa a otro, de!
Lightal Homeyde éste al Third.
En la radio norteamericana no había seriales de una política semejante:
las redes se mantenían bajo firme control, aunque en 1944 e!
Departamento de Guerra de Estados Unidos tenía su propia red con
1.800 puntos de recepción. En la Unión Soviética, tampoco se hizo en
tiempo de guerra esfuerzos por introducir programas relajantes. Las
imprentas soviéticas «rivalizaban con las ametralladoras y la artillería
en tanto que armas de guerra» , y los poetas, los novelistas y los escritores
de canciones fueron movilizados por la causa. En su primer discurso
radiofónico dei 3 dejulio de 1941, Stalin empleó las palabras «hermanos
y herrnanas», y pocas semanas más tarde un gran acontecimiento
radial consistió en la lectura de cartas de hombres y mujeres que se
hallaban en el frente. Después de la guerra se pondría mayor énfasis
en la «cultura.., que desde arriba definían y vigilaban Andrei Zidanov
y sus socios.
A! examinar la experiencia norteamericana y rusa, así como Ia británica,
es menester retroceder a los comienzos, y en Gran Bretaiia Reith,
por un breve periodo ministro de lnformación, combinó en su mirada
retrospectiva historia personal e historia institucional. Escocés e ingeniero
de profesión, hijo de un ministro de la Iglesia y nacido en la
residencia parroquial, Reith sólo tenía treinta y tres aiios cuando, en
1922, fue designado administrador general de la British Broadcasting
Company, compaiiía comercial con dividendos restringidos -algo inconcebible
en Estados Unidos-, cargo que desempefió cinco anos
para convertirse luego en director general de la nueva British Broadcasting
Corporation. Durante mucho tiempo planeó el cambio de estructura que se expuso en una Cédula Real en 1927, que estipulaba que a
la BBC se le requeriría el suministro de información, entretenimiento
y educación y que debía estar dirigida por unaJunta de cinco gobernadares
designados por la Carona por e! término de cinco anos a propuesta
dei primer ministro. Serían fideicomisarios y no administradores,
pues Reith, más que opinar, estaba absolutamente convencido de
que la administración de la radio tenía que estar en manos de gente
de radio e independiente de! Gobierno y de los negocias.
Qué significaba gobernar la BBC resultó una cuestión que en el futuro,
y tanto en la paz como en la guerra, interpretaron de diferente
manera distintas Juntas de Gobernadores y distintos gobernadores a
título individual, pero la filosofia de Reith de la responsabilidad social
perduro en la Casa de la Radio mucho tiempo después de su alejamiento
de la BBC, en 1938. Sus ideas han quedado expuestas en uno
de los libros más reveladores acerca de los anos de formación de la radia,
Broadcast OuerBritain (1924), que Reith escribió a toda prisa mientras
se hallaba sometido a esa gran presión que tanto lo estimulaba.
Lord Riddel1 planteaba interrogantes; Reith planteaba interrogantes
y a la vez los respondía.
Cuando entró en la radio, escribió Reith, no había «órdenes sel1adas
para abrir»: «muy pocos sabían qué significaba eso: nadie sabía
qué podía l1egar a ser». Sin embargo, ya en 1924 había anticipado sus
retos en la perspectiva histórica a largo plazo, de un modo en que no
lo había hecho Riddel1:
Hasta el advenimiento de este media de comunicación universal y tan
extraordinariamente barato, una gran proporción de personas tenía vedado
el conocimiento de primera mano de acontecimientos que hacían
historia. No compartían los intereses ni las diversiones de los que disfrutaban
de dos regalos de la fortuna: tiempo libre y dinero. No podían acceder
a los grandes hombres dei momento, los que a su vez sólo podían ofrecer
sus mensajes a una cantidad limitada de individuas. Hov todo esta ha
cambiado.
Reith tenía un vigoroso sentido de misión. Emplear la radio simplemente
como medio de entretenimiento, creía Reith, habría sido «prostituirla
», No deseaba ofrecer a la gente tan sólo «lo que el1a desea-. La
BBC tiene que establecer niveles. «Debe l1evar a la mayor cantidad de
hogares posible [... ] todo lo mejor en todos los árnbitos dei conocimiento,
e! esfuerzo y los logros humanos». Había en esta más que un
toque de Matthew Arnold, aunque probablemente Reith no lo supiera.
Para él, según sus propias palabras, «la preservación de un tono
moral elevado» era «obviamente [obsérvese el adverbio] algo de máxima importancia». No es descabellado aventurar que nunca usó las
expresiones «medias de masas» ni «comunicaciones masivas».
EI instrumento natural para cumplir la misión de Reith era un monopolio,
aunque monopolio «tosco» -adjetivo que él mismo escogió
más tarde-, pues únicamente un monopolio podia desafiar una ley
cultural de Gresham que establecía que lo mala desplaza lo bueno.
Qué era lo bueno y qué lo mala, naturalmente, era cuestión a discutir.
Incluso en su tiempo, ai negarse a buscar «el máximo común denominador
», Reith daba a sus críticos la impresión de ser autoritario, y con
el paso dei tiempo, rígido y finalmente obsoleto. Sin embargo obtuvo
apoyo extraoficial y oficial, lo mismo que la defensa de Vai! dei monopolia
de AT&T en Estados Unidos. En agosto de 1922, antes de la designación
de Reith, un editorial dei Manchester Guardian afirmaba sin
asomo de duda que «la radio es la única industria claramente destinada
al monopolio», y doce anos después, a la luz de la experiencia, The
Times observaba que había sido sabia la decisión de «confiar la radio
en este país a una sola organización con un monopolio independiente
y con e1 servicio público como motivo primordial».
Más sobre este punto: el Comité Crawford, oficial, creado en 1926
para investigar en el futuro de la radio britânica, coincidió con la línea
de pensamiento de Reith en que el monopolio era más bien cuestión de
misión que de tecnologia (la de manejar escasas frecuencias). Aun
concediendo que «longitudes de onda especiales o servicios alternativos
» hubieran podido suministrar una salida a lo que denominaba «el
dilema dei programa» -por entonces había sólo un programa-,
el Comité confiaba en que «jamás se las podría emplear para alimentar
grupos de oyentes, por grandes que fueran, que presionen a favor
de lo trillado y de actuaciones vulgares». Su decisión de instituir una
corporación a través de la Cédula Real fue ensalzada por el socialista
fabiano W. A. Robson como «una invención en la esfera de la ciencia
social no menos notable que la de la transmisión radial en la esfera de
la ciencia natural».
Hacia el aiio 1927, cuando se creó en Estados Unidos la Federal Radia
Commission para que se ocupara de los problemas de la radio, se le
dia inicialmente un carácter provisional. Ya la radio norteamericana
se había distanciado de modo muy significativo de la británica. Era
principalmente un media de entretenimiento, con las noticias en segundo
plano, mientras que también su actitud era muy diferente, tanto
en lo tocante a la transmisión de carácter religioso como a la índole
política (incluidas las elecciones). En 1930 había aproximadamente
14 millones de aparatos de radio en uso, lo cual fue e1 comienzo, sobre
un fondo de depresión, de su «época dorada», en la que, por encima
de todo, fue un media de masas. Las estaciones locales podían proporcionar futuro folklore, como ocurrió una generación más tarde, cuando
Prairie Home Companion, de Garrison Keillor, que originariamente
era un programa de la Radio Pública de Minnesota, fue difundido a
toda la nación, pero las redes nacionales estaban bajo control.
Sin embargo, la principal diferencia en los enfoques internacionales
de la radio giraba en torno a la publicidad. En ningún país fue la
radio «rnaná deI cielo» ni «gratis como el aire», pero la financiación
británica de la misma a partir de tasas de licencia (y no de impuestos
generales) fue diametralmente opuesta a la financiación norteamericana
a partir de la publicidad. Allí comenzó la argumentación sobre
los méritos de uno y otro sistema. Argumentación que aún no se ha
agotado. "EI dinero en efectivo es aún la clave", rezaba en 1979 un titular
de Ariel; la revista de la BBC.
No obstante, el sistema británico y el norteamericano sólo eran dos
de los muchos sistemas de radio que se desarrollaron en los anos veinte,
aunque cada uno de ellos sirviera como modelo. Hubo muchos
híbridos, como siempre en las telecomunicaciones. Canadá era particularmente
interesante, pues, pese ai poder de su vecino, probablemente
nunca lo tuvo como modelo. La radio se empleaba allí con plena
deliberación, como había ocurrido anteriormente con la política
de transporte, parà reforzar la identidad nacional. La invasión de
transmisiones desde Estados Unidos era una gran perturbación para
la Liga de Radio de Canadá e influyó directamente en la promulgación
de la Ley de la Radio canadiense de 1932, la creación de la Canadian
Broadcasting Commission, CBC, y la creación posterior de la
Canadian Broadcasting Corporation en 1936. Ésta, no obstante haberse
creado según el modelo de la BBC, incorporó desde el comienzo
nu elemento comercial, pues se introdujo un segmento de publicidad
específicamente canadiense.
Antes de 1945, el sistema soviético, montado sobre bases marxistasIeninistas,
no sirvió como modelo. Ni tampoco la radio nazi. La radio
italiana, pese a su naturaleza propagandista, tampoco ofreció un modelo,
aunque debido a que transmitía propaganda en árabe, atrajo en
1938 la BBC a su primera lengua radial extranjera antes de la guerra.
La radio francesa, que nunca fue modelo, había sido dirigida desde
1928 por un servicio público de radio organizado por el Correo en competencia
con tres estaciones comerciales privadas. La audiencia era relativamente
reducida, y en 1939 se puso el servicio público bajo el conIml
de una recién creada Oficina de lnformación Pública. Tras la
invasión nazi de Francia en 1940, respaldada por una inteligente propaganda
radial alemana, el servicio perdió toda credibilidad.
Todo sistema de radio, incluso el francés, tenía sus defensores. Todos los países desarrollaron sus propias identidades institucionales, aunque la mayoría mantuvo una incómoda coexistencia de servicio público
y transmisión comercial. Antes y después de la guerra, la NHK (Nippon
Hoso Kyokai) deJapón, con suJunta de Gobernadores, parecia lo
más próximo a la BBC. Fue fundada en 1926 y dependía de las tarifas
de licencia, pero, a diferencia de la BBC, estaba sometida ai control
gubernamental, endurecido incluso antes de la invasión japonesa a
Manchuria en 1931, en que los titulares de licencia llegaron ai millón.
Antes y después de la guerra de Japón con China en 1937 hubo presiones
a favor de la concentración en emisiones que exaltaran «el espíritu
nacional», incluso en emisiones del «tema del día» que incorporaban
el himno nacional, canciones patrióticas y llamamientos a
los súbditos del Emperador a que saludaran con una reverencia en dirección
ai palacio imperial. Paradójicamente, la II Guerra Mundial
habría de terminar con una transmisión sin paralelo dei emperador
Hirohito (1901-1989), que pocos oyentes comprendieron debido ai
refinamiento dellenguaje cortesano que empleó.
Ya conJapón ocupado, el estatus de la NHK como "personajurídica"
fue confirmado en la Ley de Radiodifusión de 1950, pensada para
garantizar la libertad de expresión en las transmisiones; y sólo después
de esa fecha la NHK enfrentó la competencia de emisoras comercialés,
la mayoría de las cuales estaba asociada a periódicos. Análogamente,
a la Alemania ocupada -y, en su caso, dividida-s-, dos potencias de
ocupación muy distintas le impusieron el marco de sus sistemas de radiodifusión
de posguerra. En Europa dei Este, la principal función
de la radio (y luego de la televisión) se definía como "la formación de
la conciencia dei Estado socialista»: el sistema soviético se había convertido
en modelo, como ocurrió en Europa central. En Alemania
Occidental, después de 1945 se diseiió un sistema radiofónico muy
descentralizado, en gran parte bajo influencia britânica, con nueve
emisoras públicas regionales, cada una de las cuales ofrecía tres programas
diferentes.
En tales circunstancias, era imposible que hubiera una "gran audiencia
», pero en Alemania hubo, desde el comienzo, otros elementos
distintivos. Las sospechas que respecto de la radio abrigaba la prensa,
dominada por poderosos intereses financieros, representados en
particular por el grupo Springer con base en Hamburgo y Berlín, limitaban
la innovación en radio; y la abundancia de oyentes -y luego televidentes-
en el Este, revistió gran importancia política antes de la
reunificación de Alemania en 1989. El mercado de masas quedó para
la prensa. EI quinto artículo de la Ley Básica del nuevo Estado alemán
de 1949 hacía especificamente de la prensa libre un elemento integral
de la constitución, pero no preveía los triunfos del grupo Springer: el
Bíld-Zeítungde Springer vendía cuatro millones de ejemplares diarios.
En Italia se vendía menos periódicos por habitantes que en cualquier
otro país europeo (en 1975,99 por mil, frente al441 por mil de Gran
Bretafia), pero los periódicos eran instituciones importantes y como
tal reconocidas. Había también un semanario de masas, Oggi, al que
habría que colocar junto a Paris Match. La agencia italiana de radio,
RAI, Radiotelevisione Italiana, promovió la política de dirigirse a un
público italiano unificado, pero a menudo se vio comprometida por la
abierta interferencia política.
Con independencia dei país, el régimen, la agencia y el periodo, la
razón de ser de todas las radios fue la de ofrecer programas a un gran
público invisible. Por una variedad de razones, en gran parte históricas,
diferentes países, que empleaban básicamente la misma tecnología,
no presentaron el mismo espectro de programas o de la misma
manera, pero en todos se produjo una división operativa dei trabajo,
por simple que fuera, lo mismo que ocurrió en la industria cinematográfica.
Todos los tipos de programación de «estúdio», más allá de lo
totalmente informal, implicaban, con el desarrollo de la grabación magnética
en cinta, de la que Alemania fue pionera, escritores de guiones
(hasta que los guiones fueron en gran parte eliminados); productores,
que en general trabajaban detrás de pantallas de vidrio; presentadores,
que trabajaban frente a ellas, y actores, no necesariamente
profesionales de tiempo completo. También había siempre ingenieros
detrás de las escenas, sin los cuales habría sido imposible la extensión
de la «transmisión exterior» que reclamaban los oyentes de todos
los países.
En Estados Unidos, donde desde el principio la radio estuvo integrada
en el sistema de negocios, la división, al igual que en la prensa,
se produjo entre, por un lado, los realizadores y los presentadores de
todo tipo de programas (a menudo los mejor pagados de todo el sistema,
los «famosos"), y, por otro lado, los vendedores, que eran los que
producían ingresos en concepto de publicidad. Era inevitable que en
el proceso se desarrollara un sistema de medición de la audiencia que
tenía un programa determinado (rating), el cual terminaria siendo más
sofisticado que la programación misma. Los patrocinadores medirían
estadísticamente el impacto de los programas de radio de la misma
manera en que luego medirían las audiencias de los programas de televisión
(punta y no punta) , lo que prácticamente habría de determinar
su oferta.
La BBC de Reith evitó los ratings como elementos para orientar su
política, y hasta 1937 no realizó ningún estudio de los oyentes. Sin embargo,
en 1945 había desarrollado un complicado sistema interno
que consideraba continuamente la calidad de programas particulares
a la vez que la cantidad de oyentes que tenían. En Estados Unidos, la
A. C. Nielsen Company, fundada en 1923, que en 1941 disefió la primera
máquina de medición directa, ai audímetro, había establecido
lo que en general se aceptaba como cifras de rating.Cuando se dirigió
a la televisión, en 1950, se había convertido en una institución tan establecida
como las agencias de publicidad que precedieron ai auge de
la radio y que a menudo organizaron carísimas campanas de radio y
luego de televisión. La agencias, que desarrollaron un típico lenguaje
de mercadotecnia, estaban sometidas ai mismo proceso de concentración
que las companías de radio (y luego de televisión).
En Gran Bretafia, donde no hubo nada monolítico en torno a los
procesos radiofónicos, se dio en cambio una marcada división entre
las personas, «creativas» o no, directamente involucradas en la producción
de programas y las que administraban y llevaban las finanzas.
No obstante, las líneas se podían cruzar. Para uno de los administradores
creativos más elocuentes, Huw Wheldon, que entró en la BBC en
1952, ésta era «la suma de sus programas, ni más ni menos... Aunque
nunca hubo pautas fijas para la programación --que para él debía incluir
programas de arte-, ciertos programas se emitían a la misma
hora todas las semanas y algunos de ellos tuvieron larga vida: muchos
oyentes no querían verlos morir y a menudo su retiro se produjo en
medio de vivas controversias.
Los pronósticos meteorológicos se incluyeron en la programación
británica relativamente pronto, el26 de marzo de 1923. En la montanosa
Suiza eran un importante scfiuelo para la venta de aparatos de
radio. En casi todos los países eran populares los acontecimientos
deportivos, pero ai comienzo era dificil incluirlos en los programas debido
a la falta de cooperación de los intereses invertidos en el deporte:
en Gran Bretafia, el primer Derby «visto con los propios ojos » y con
«comentarios simultáneos» se transmitió el 6 de junio de 1923. Los
programas religiosos se emitían diariamente, y la semana terminaba
con un Epílogo religioso y un largo Amén. En los países católicos se
discutía si debía o no transmitirse la misa por radio. Radio Vaticano
desarrolló su mesurado estilo propio. En Estados Unidos, religión y
política se entretejieron, y a veces de manera estridente. EI «teleevangelismo
» afectó a ambas cosas.
La forma principal de entretenimiento de preguerra que se transmitía
por la radio británica era la «variedad.., nombre extrafio que
The Times describía en 1934 como «el pan con mantequilla de la radio
», En Estados Unidos era el nombre de un periódico profesional.
Tenia su origen en el teatro y el primer programa que se emitió (el
30 de enero de 1923) recibió el acertado nombre de w,teranos de Variedado
(No obstante, no todos los veteranos se adaptaron a la experiencia
de la radio). Otra clase de atractivo tuvo el cabaré. En Estados Unidos, el Amos 'n' Andy Show, nacido de los espectáculos de variedades
dei siglo XIX, sobrevivió a la depresión y a la guerra encabezando los
~ngs de preguerra y en 1950, tras veintiún anos, se mantenía entre
los diez primeros de Nielsen antes de pasar a la televisión. EI formato
de su programa era de final abierto, lo que abrió camino ai serial.
En Gran Bretafia.Ia palabra "programa" se usa de dos maneras distintas,
corno resultará claro: en primer lugar, designa el conjunto de
una transmisión más o menos continuada (programación), lo que en
los días de la televisión se conocería como «canal»; en segundo lugar,
hace referencia a los componentes individuales de la transmisión de
una emisora. Muchos programas individuales han sido objeto de una
narración histórica, pero ha habido pocos estudios comparativos más
alIá de las fronteras nacionales acerca dei equilibrio de los elementos
mnstituyentes (el primer sentido de «programa»). La televisión ha tenido
mejor suerte. Varios de sus géneros han sido objeto de monografias
especializadas.
EI equilibrio cambió con el tiempo, sobre todo en Gran Bretaria
-más en los anos sesenta, década de conflicto cultural, que entre
1945 y 1960-, cuando la televisión empezó a ofrecer un servicio alternativo.
Las radios portátiles de transistores presentaron una gran
transformación cultural en Gran Bretafia, Europa y el resto dei mundo,
incluso el árabe, donde, corno ha sefialado Daniel Lerner en The
Passing ofTraditional Society (1958),libro de gran influencia, se convirtieron
en símbolos de modernización. EI desierto y la playa fueron
los sitios para estudiar este nuevo artilugio dei campo de las comunicaciones.
En Europa, uno de los impulsos para que las instituciones radiofánicas
establecidas cambiaran un poco más tarde su programación
tuvo que ver con los "piratas". Radio Caroline, que transmitía desde el
mar dei Norte, fue la primera (1964) de un grupo de estaciones clandestinas
que desafiaron la autoridad y transmitieron sobre todo música
pop a Gran Bretafia y otros países europeos. Tras intentos de manejar
la situación por ley-intentos más escasos en Gran Bretafia que en
Estados Unidos-Ia BBC misma creó en 1967 una nueva Radio I, que
suministraba un programa muy semejante ai de las piratas (principalmente
música rock) e incluso empleó a algunos piratas. A la sazón había
cuatro canales de radio (1,2,3 y4) en lugar de los tres (Home, Light
y Third).
Radio 4 se hizo cargo dei grueso de Home Service, el programa en el
que los oyentes buscaban "cobertura general de noticias y comentario
de las noticias", mientras que Radio 3 se ocupó de lo que quedaba del
antiguo Third Programme, que en 1964 y 1965 se había convertido en
programa general de música. También se introdujo la radio local por primeravez desde los días iniciales de la British Broadcasting Company,
euando en 1926 se inauguró en Daventry un emisor de onda larga de
alta potencia y aI ano siguiente se introdujo un programa regional.
Los cambios realizados en los anos sesenta fueron muy discutidos en
el seno de la BBC y fuera de ella, pero el nuevo modelo se estableció
rápidamente. Para Frank Cillard, que se había hecho famoso en tiempos
de guerra por sus reportajes desde el frente en un programa de
brillante organización titulado War Report, la radio tenía la gran ventaja
de ser "relativamente barata y simple», ventaja especialmente importante
en educación, mientras que la televisión era «cara y engorrosa».
Aunque la radio pudo haberse visto convulsionada por la televisión,
éstajamás la desbancó.
Tampoco en Holanda, donde desde 1939 había habido una estrucmra
radiofónica única, en gran parte modelada por cuerpos religiosos,
se pasó de una gran sacudida. Con la experiencia de los piratas en
mente, la Ley de Radiofonía de 1967 introdujo dos estaciones nuevas,
TROS y VOD, directamente diseúadas para entretener. En verdad,
aunque uno de los impulsos posteriores en radio provino de los periodistas
radiales impacientes por lanzar un programa continuado de noticias,
hasta 1974 el Ministerio de Cultura no insistió en que TROS debía
incluir algún programa de noticias. La «trosificación» produjo su
impacto en las emisoras tradicionales, aunque, según definición de la
Ley, la finalidad de la radio era ofrecer una-programación generalen
«proporciones razonables- de «programas de diferentes categorias».
Tenían que «satisfacer las necesidades culturales, religiosas o espirituales
de la población».
En Estados Unidos nunca pudo definirse de esta suerte la finalidad
de la radio. Ni estuvo la radio norteamericana, por entonces en gran
medida local, a la altura de los desafíos deI tiempo como lo hicieron
lastan criticadas BBC y Radio Holandesa. Antes de la guerra, los seriales
recibieron su nombre (soap operau óperajabonosa) de unos melodramas
de quince minutos diurnos auspiciados por Colgate-Palmolive
Procter y CambIe. También había una Hora de Palmolive, y una Hora
de Maxwell-House (café). Los noticiarios fueron entrando lentamente
cuando Lowell Thomas, a pesar de las quejas de la prensa, empezó a
leer noticias de forma regular en la NBC en 1930, pero sólo en 1934
tuvieron su sitio en las programaciones, a menudo en titulares y noticias
breves. A1gunos famosos pasaron directamente de la radio a la televisión.
The Fleischmann Hourintrodujo a Milton Berle, quien comenzó
como cómico de club nocturno y de teatro. Un acontecimiento
destacado en la historia de la radio fue transmitido sólo por radio: el
30 de octubre de 1938, seis millones de personas escuchaban el Mercury
Theatre on the Air, por la CBS, cuando la música bailable fue in te-
rrumpida por un fidedigno relato de una invasión desde Marte. Había
comenzado La guerra de ÚJs mundos.
Tras el advenimiento de la televisión costa a costa en la posguerra,
se dio un nuevo estímulo a la radio local, pero como la cantidad de
oyentes de la hora punta de la noche cayó de 17 a 3 millones, poco fue
lo que se hizo para mejorar el abanico de la programación mientras
no aumentó el número de canales disponibles. La llegada de la radio
de transistores, que en el primer momento, comienzos de los anos CÍncuenta,
se ofreció en Estados Unidos como artículo de lujo,junto con
el rápido desarrollo de la radio para coches, aseguró que la música
pop, intercalada con breves boletines de noticias, se mantuviera como
artículo principal. Sólo con el tiempo -y con la sensación de que ya
no importaba el estrecho alcance dei espectro radial-llegó la música
clásica a proporcionar una alternativa, así como más tarde lo hizo la
«rádio de la cornunidad».
En 1964 Desmond Smith publicó en la revista Harper's «American
Radio Todav», que llevaba como subtítulo "Condenado sea el oyente-,
Era un mensaje muy diferente dei que publicaba el director de Dail:y
Mirrar de Londres ante las críticas dei Gobierno, titulado "Publica y
serás condenado». "Los objetivos de la radio -afirmaba Smith- son
exactamente de la misma clase que los de la televisión, pero de diferente
magnitud. La radio norteamericana, como cualquier oyente lo
sabe, es esclava aún más dócil dei dólar comercial. Los niveles de la radio
son peores que los de la televisión, si eso es posible, porque la radio
sólo puede sobrevivir en una atrnósfera de venta chillona, como medio
publicitario de regateo dei comerciante local, los grandes almacenes
[de nuevo en los comienzos de la radio] o la subasta de coches usados
». En 1946, la participación de los anuncios locales en los ingresos
de la radio fue dei 34 por ciento; en 196311egó ai 70 por ciento. Sin embargo,
los beneficios que originaban las operaciones de las estaciones
locales eran grandes, de modo que era una ironía que con la radio estancada
como medio imaginativo de comunicación, en 1962 la FCC
congelara parcialmente la concesión de nuevas licencias.
Las perspectivas cambiarían algo en los anos setenta, década que
comenzó con la creación de una Radio Pública Nacional y terminó con
un número de oyentes de FM (modulación de frecuencia), menos vulnerable
a la interferencia de su recepción, que superaba por primera
vez ai de los oyentes de AM (modulación de amplitud). La historia de
la FM afectó más a los negocios que a la tecnologia. Un ingeniero, el mayor
Edwin H. Armstrong, originariamente amigo de Sarnoff, se convirtió
en enemigo cuando éste consideró que la FM, de la que en 1933
se le ofreció una demostración, constituía un peligro para el sistema de la
red; yaunque a Armstrong se le permitió una estación experimental en
NuevaJersey en 1939 y la FM se hizo popular, la guerra impidió su progreso.
Además, estuvo estancada hasta 1957. Consternado por las actitudes
de la FCC e incesantemente llevado ante los estradosjudiciales,
Armstrong se suicidó en 1953 arrojándose de un rascacielos. La historia
de la FM presenta cierto paralelismo con la lentitud dei desarrollo
de la UHF en televisión, aunque la FM hizo mucho más satisfactoria la
audición, en especial de música, mientras que en muchos sitios la UHF
no mejoró la visión en la misma medida.
Es posible realizar una cantidad de generalizaciones acerca de la
era de la radio antes de que la televisión pasara a ser el medio dominante.
No obstante, es casi imposible, lo mismo que en el caso de la televisión
-medio mucho más estudiado-- o que en el caso dei automóvil,
separar su influencia sobre las actitudes y los hábitos de otras influencias
sobre la cultura y la sociedad. Lo mismo que el sistema postal, intenta
llegar a toda la población, hasta los rincones más remotos, de
una manera muy distinta que otros medios como la prensa y el cine.
En todas partes era la radio "una buena cornpanera» que consolaba,
entretenía, informaba y educaba, y en todas partes era portadora de
bendiciones únicas para ciegos, enfermos, solitarios y personas confinadas
en su casa. Retrospectivamente, ai menos, las imágenes que evocaba
aliviaban tanto como las palabras que se ofrecían. Como dijo
Adam Clayton Powell IIl, estudioso norteamericano de los medios, "lo
que puedes imaginar da en general más miedo, más alegría, es más
real y más vívido que las imágenes explícitas dei vídeo o el cine»,
Es discutible en qué medida la radio estableció una cultura común
en países en los que esto se sostuvo como ideal: tuvo limitaciones, sobre
todo de clase --eualquiera que fuera su definición-, pero antes
de que se instalara el proceso de fragmentación, se compartían chistes
e historias. Sus consecuencias económicas fueron sustanciales, al
margen de la creación de gigantescas industrias nuevas. Incluso allí
donde, como en Gran Bretafia, era poca o nula la integración con eI
sistema de los negocios a través de la publicidad, los diarios y los periódicos
-ni las exposiciones-, la existencia de la radio podía aprovecharse
para vender productos, incluidos los aparatos de radio. También
tenía un atractivo especial para las mujeres. Ya en 1928, el BBC
Handbookincluyó un anuncio "paras las mujeres de Gran Bretafia», a
las que, tras instalar la radio y, en consecuencia, «mantener a su marido
lejos dei club», se las instaba a dar un paso más y "dar comodidad
y alegría a su hogar con Hailgloss Shades y globos en sus luces». El
anuncio llevaba el siguiente bocadillo: "Los placeres dei hogar». Sentarse
en torno a la chimenea se había convertido en algo que inspiraba
nostalgia: ai igual que el aparato de radio, habían prácticamente
desaparecido.
Para su quincuagésimo aniversario, en 1972, la BBC invitó a Alasdair
Clayre, escritor, cantante y locutor, a que produjera un número
para programas de radio en el que se examinara el impacto de la radio
en la gente que había crecido con ella. Comenzaba con Children's Hour
(1922), presentado por -tíos- y «tías», no entendidos como figuras familiares
sustitutorias de los padres, sino de refuerzo de éstos. En el estudio
de Clayre venía luego la política. McLuhan, una de las personas
entrevistadas, insistió, aunque de modo no deI todo convincente, en
la manera en que la radio había puesto en primer plano a -jefes tribales
», pero sin trazar distinciones de política radial entre Gran Bretafia
y Alemania, entre Gran Bretafia y Estados Unidos o entre Gran Bretana
y Canadá. A continuación venía la música. Se había producido un
acceso sin precedentes a la música c1ásica, con gran aumento de audiencia
de este tipo de música, pues el grarnófono y la radio se habían
hecho interdependientes, como vino a demostrarlo la estación de radio
comercial britânica Classic FM (1992) cuando la BBC perdió su monopolio.
Mientras tanto, la música de fondo que comprendía el hilo
musical -«empapelado para los oidos--c-- fue un fenómeno nuevo
y muy extendido en todos los países.
AI observar la trinidad de entretenimiento, educación e información,
el primero sin duda cambió de caracter a partir de la llegada de
la transmisión sonora al hogar, aunque no tan espectacularmente como
lo hizo en las décadas de los ochenta y los noventa. El cine fue en general
una atracción popular alternativa con el dominio de los «Cinco
Grandes" -Metro-Goldwyn Mayer, Paramount, Warner Brothers, RKü
y Twentieth Century Fox- tanto en la producción como en la distribución,
y la obra periodística de columnistas sindicados que promocionaban
(y a veces condenaban) a estrellas de la pantalla. Los Óscar,
que la Academia Norteamericana de Cine, Artes y Ciencias concedió
por primera vez en 1927, fueron siempre ocasión de un acontecimiento
mediático. La publicidad radial nunca tuvo el mismo atractivo popular.
En cuanto a la educación, el papel de la radio, como el de la televisión,
trascendió su función educativa formal, aunque en Gran
Bretana la BBC se preocupó tanto por la escuela como por la educación
de adultos casi desde el primer momento, y la concepción de la
«charla» como forma artística de longitud limitada y con un guión cuidadosamente
escrito, tan extraiia a los oyentes franceses como a los
norteamericanos, tuvo origen en la educación de adultos.
La primera emisión nacional a las escuelas de Gran Bretaiia se produjo
en abril de 1924, y en 1939 había un elaborado aparato de radiodifusión
escolar organizado por un Consejo Central para la Radiodifusión
Escolar, con amplio margen de independencia, que contribuyó
mucho a mantener vivay despierta la escuela durante la Il Guerra Mun-
260
AsA BRIGGS y PETER BURRE
dia!. Hacia el final de la guerra hubo también un sistema de Radiodifusión
Educativa de las Fuerzas Armadas, con e! activo apoyo dei General
de Administración dei Ejército. EI programa no desapareció hasta
1952, en que dia comienzo un «Nuevo Experimento Educativo». Tanto
e! programa de las Fuerzas Armadas como el Experimento centraban
la atención en la investigación de la inteligibilidad, esta es, ~cuántas
emisiones podía en realidad asimilar la gente? La respuesta fue una
cantidad menor de la que suponían sus productores.
Sin embargo, la radio nunca fue un mero modo de transmisión,
pues, como han sefialado sus historiadores, cumplía aI menos con algunas
de las funciones que Habermas apunta cuando habla de una «esfera
pública». La mayoría de los locutores eran de clase media, los
acentos tenían que ser «estándar», y no sólo hubo charlas de interactividad,
sino que se «amplio los horizontes» (expresión que llegó a ser
un cliché) y no sólo se estimularon los hobbies, sino también la lectura.
Los bibliotecarios la consideraban en general una aliada, no una enemiga.
Un programa de radio podía estimular una escapada a una librería
o a una biblioteca.
En Estados Unidos, la radio inicial fue desarrollada por instituciones
educativas más que en ningún otro país, pero hacia finales de los
anos veinte éstas perdieron influencia a la vez que disminuyó su número;
y en 1934, cuando una nueva Ley Federal de Comunicaciones
sustituyó la FCR por una Federal Communications Commission que se
ocupaba de las telecomunicaciones a la vez que de la radio, se dia una
presión organizada para asegurar y sostener la programación educativa.
Sin embargo, la nueva FCC favoreció las estaciones que satisfacían la
demanda de « todo el público oyente en e! interior de su franja de emisión
» y no mostraba ningún interés en dar apoyo a las estaciones educativas.
Tampoco el Congreso dia sefiales de interés en ello. A pesar de!
sostén filantrópico y académico, en 1935, según palabras de RobertW.
McChesney, se habían «desentendido de la política radiofônica» en
este y en otros campos.
Esta tuvo implicaciones posteriores también en re!ación con la provisión
de información a través de la radio. En los países europeos, hacia
1935 la radio había tenido un pape! importante en la elevación deI
nivel general de información y así continuó durante la guerra y después
de la introducción de la televisión, cuando la transmisión de noticias
adoptó un nuevo rumbo. En Estados Unidos, en 1922 se expresó
la esperanza de que la radio galvanizara la «democracia», término que
a la sazón se usaba más en Estados Unidos que en Gran Bretafia, ai
realzar e! sentido de participación ciudadana. Fue Herbert Hoover,
no Roosevelt, quien lo dijo con mayor claridad. Para él, la radio estaba
«revolucionando los debates políticos subyacentes a la acción política de acuerdo con nuestros principios de gobierno [... ]. Nos hace literalmente
una sola persona física en todas las ocasiones de interés público
general». Así fue, por ejemplo, en Gran Bretaria en la época de la abdicación
de Eduardo VIII en una emisión de radio presentada por eI
propio Reith.
Pero, ~en qué medida tenía esto que ver con la democracia? La tarea
final de Reith como gerente de la BBC en 1926, antes de convertírse
en director general, había sido mantener la independencia de la
BBC-o la máxima posible- cuando en 1926 la nación quedó dividida
por una huelga general y había en el Gobierno ---<:omo habría de
ocurrir en crisis posteriores- personas que querian hacerse cargo
de ella. Durante la crisis sólo se podía disponer de un periódico oficial
y de gacetillas clandestinas dellaborismo, mientras que el papel de la
BBC como monopolio estaba condenado a la controversia. Reith tenía
muchaspreocupaciones, pero no dudas. Muchas más dudas habría
en el futuro.