lunes, 20 de junio de 2011

Historia de los medios -Television

LA ERA DE LA TELEVISIÓN
A mediados de los anos treinta, la transmisión dei sonido estaba
tan bien establecida a ambos lados dei Atlántico y en mucha otras regiones
deI mundo, cualquiera fuera su modelo, que para los que en
ella estaban comprometidos -ya se tratara de propietarios, de administradores,
de presentadores o de actores- no era fácil decidir
cómo encajaría o podria encajar la televisión con su larga prehistoria.
Además, aunque había una minoría con dedicación entusiasta, la
situación económica no era en ninguna parte favorable ai desarrollo
rápido. En Estados Unidos, que podía haberse puesto en cabeza, los
primeros anos de la década dei New Deal fueron anos de depresión
en que incluso se vio amenazado el crecimiento de las ventas de automóviles.
A pesar deI empleo que Sarnoff hizo de Zworykin, siempre que en
los anos treinta se mencionaba la televisión surgia la palabra "experimento
», tal como todavía sucedía en Gran Bretafia. Cuando la década
que terminó con el comienzo de la guerra estaba a punto de concluir,
en 1939 la televisión se exponía aI público en la Feria Mundial
de Nueva York en la que Roosevelt habló, y hubo incluso un «Salón de
Televisión de la Fama». Pero hasta 1941, eI ano en que Estados Unidos
entró en la guerra, la NBC y la CBS, rivales enconados, no iniciaron
emisiones limitadas pero programadas por televisión en Nueva York.
Sin embargo, no fue alguien de las redes, sino un recién lIegado ambicioso,
los DuMont Laboratories, uno de cuyos inversores era la Paramount Pictures, quienes continuaron con los programas regulares de
lielevisión durante toda la guerra. Sarnoffy William Paley, fundador
de la CBS, se hallaban fuera, en servicio no combatiente relacionado
eon los medios, y la tercera red, la ABC, que en 1943 se volvió hacia la
Ielevisión, tenía demasiados problemas financieros como para ser un
iniciador eficaz.
Cuando la Il Guerra Mundial tocó a su fin todavía era escasa en los
círculos de radio y de cine la sensibilidad ai entusiasmo por la televisión,
y en el fondo tal vez hubiera incluso aprensión. Tampoco había
ningún grupo disponible para presionar, como los radioaficionados
que tan decisivo papel habían desempenado en los anos iniciales de la
radio. Las decisiones tenían que tomarse desde arriba y,dado los vigorosos
intereses en la radio, la FCC tampoco prestó ninguna ayuda.
Quedó atrapada en larguísimos razonamientos acerca de la tecnología,
incluida la televisión en color, y la preferencia por el VHF sobre el
UHF, y cuando entre 1945 y 1949 congeló la instalación de toda estación
nueva, DuMont se vio seriamente peIjudicado.
En los círculos supuestamente informados había una concepción
errónea de las perspectivas de la televisión. Se creía que sólo los grupos
de ingresos más altos se sentirían atraídos por ella. Sin embargo, eso
demostró ser un gran error incluso antes de la finalización deI congelamiento.
Con pocos programas en oferta, la producción de aparatos
de televisión aumentó de 178.000 a alrededor de quince millones entre
1947 y 1952, ano en que había veinte millones en uso. Más de la tercera
parte de la población poseía uno: la cifra correspondiente a 1948
había sido de 0,4 por ciento, con una significativa proporción de aparatos
en los bares, no en las casas. Sin embargo, incluso en 1948, BusinessWeek,
extasiada ante un boom de posguerra, llamó a la televisión «el
último y más preciado lujo de los pobres" y proclamó ese ano como
«el ano de la televisión-. Lo mismo ocurría con RCA: su capital subió
ese ano el134 por ciento sobre la base de las ventas de aparatos.
Un verdadero público de masas comenzó a crecer de forma explosiva
semana tras semana, mientras la asistencia al cine descendía pese
a la popularidad de la definición «era dei cine» y a la pretensión de
Hollywood que se expresaba en el eslogan «películas mejores que nunca".
En 1953, el presidente Eisenhower escribió en su diario: «Siun ciudadano
se muere de aburrimiento, es más barato y más cómodo sentarse
en casa ymirar televisión que saliry pagarun dólar por una entrada".
La asistencia media semanal ai cine cayó de 90 millones en 1948 a 47
millones en 1956. La cantidad de cines, que en 1945 había alcanzado
el pico de los 20.000, caía a 17.575 en 1948 y a 14.509 en 1956. Desde
dentro de Hollywood se realizaron intentos de imponer la televisión
de pago, pero fracasaron ante e1 poder de la red radiofónica, aunque
DE GlTENBERG A INTERNET
ésta necesitó tiempo para afirmarse. Y algunas companías cinematográficas
empezaron a asegurarse licencias de televísión. Así, en 1948,
la Twentieth Century Fax trató de comprar la ABC. EI recurso de vender
películas a companías de televísión no se adoptó hasta mediados
de los anos cincuenta.
Por entonces nadie hablaba de «la era del cíne» y Hollywood, lejos de
una Fábrica de Suerios, había sido divídida por el senadorJoseph MeCarthy,
quien tenía una «lista negra de la televisión» de actores supuestamente
procomunistas confeccionada para él. McCarthy se valía
de la televísión, pero luego ésta (junto con otras cosas) lo destruyó.
Sus apariciones televisivas terminaron por ser contraproducentes y los
periodístas Ed Murrow y Fred Friendly emplearon el media (sin el respaldo
de su compafiía, la CBS) para exhibirlo, No todas las companías
mostraron esas presentaciones y no hay duda de que el papel de Murrow
en la caída de McCarthy con su programa Seelt Noui ha sido exagerada.
En la televisión había muchos tipos de programa --<1e los cuales las
presentaciones de McCarthy eran sólo uno-, aunque no tantos como
en la radio, y diferentes sistemas de líneas. Estados Unidos usaba 525líneas
--<:omoJapón- y muchos países europeos empleaban 625. En la
década de 1960 habría más tráfico de programas a través de las fronteras
que en la radio e incluso el cine, con la rápida recuperación de
Hollywood sobre nuevas bases, y con Broadway, que ejerció gran influencia
en la primera televisión norteamericana en vivo y luego perdió
rapidamente terreno. Con todo, no hay en televisión nada equivalente
a girar el mando, experiencia distintiva de la radio, como lo seria
en los Estados Unidos de los anos setenta la radio Citizen's Band.
En los primeros momentos era popular el teatro y aunque el Nem
York Times se quejara de que mirar escenas que se representaban en
Broadway no era distinto de mirar una serie de tarjetas postales, había
optimistas que pensaban que el nuevo media era «teatro cultural". Y en
la primera televísión norteamericana también había espacio para las
diferencias en el contenido y el estilo de la programación, si bien esas diferencias
desaparecieron rápidamente cuando pasó a manos de las redes
o cadenas, que contaron con la colaboración de un avance tecnológico:
el desarrollo de la cinta de vídeo magnética. Los programas de
televísión podrian ser difundidos ahora en cualquier momento y en
cualquier lugar.
Pero parte de la creativídad ya había desaparecido antes. En 1950
esto fue motivo de queja para Gilbert Seldes, director de la CBS durante
la guerra y que más avanzada la década observaba con interés
cómo Hollywood se recuperaba rápidamente sobre nuevas bases. A la
sazón, Estados Unidos pasaba por televísión mucho más material fílmico
(incluso películas antiguas) que programas en vivo, incluso uies-
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AsA BRIGGS Y PETER BURRE
terns como Gunsmoke, que se mantuvo durante veinte anos, y Disneylandia.
EI principal proveedor fue Warner Brothers; y ABC, con un
nuevo presidente con conexiones en Hollywood, el principal comprador.
Yuna nueva generación de «indepcndientcs» producía películas
a bajo coste que, si tenían éxito, producían sustanciales beneficios cuando
se las exhibía en los cines. Una de ellas fue La ley del silencio (1948),
con Marlon Brando. AIgunos productores, como Otto Preminger, estaban
dispuestos a desafiar los tabúes de Hollywood.
Los programas comunes de la televisión norteamericana estaban
mucho más estereotipados. Incluían espectáculos de juegos, como
Beat the Clock, concursos -que pronto plantearían problemas éticosy
seriales. Uno de los programas más conocidos, no sólo en Estados
Unidos, era I Love Lucy (1957). En 1948, el Ed Sullivan Show, que se
mantuvo mucho tiempo en el programa de la CBS, fue «lanzado ai
aire» en un intento de contrarrestar a Milton Berle, de la NBC. «La televisión
sigue el mismo camino que la radio lo más rápido posible:
esto es, hacia el entretenimiento», observaba en febrero de 1956 el director
deI Courier-journalde Louisville.
No todas las compafiías emisoras no norteamericanas deseaban
moverse en esa dirección, desde luego no «lo más rápido posible», Tampoco
lo deseaban los productores cinematográficos italianos, que se halIaban
en la cumbre de su creatividad en los difíciles anos de posguerra.
En Gran Bretafia, la BBC, que no operaba en una tierra de boom,
sino de austeridad, siguió una estrategia completamente distinta aI
depositar su confianza en George Barnes (1904-1960), locutor culto más
cómodo en su condición de director deI Third Programmeradial que en
un estudio de televisión y que pasó de ser cabeza de la televisión a ser
cabeza de una nueva universidad. WilIiam Haley, el director general
de posguerra de la BBC, se sentia incómodo en el propio medio aun
cuando en 1936 la BBC hubiera sido pionera de un servicio regular de
televisión de preguerra en pequena escala. La reanudación de la televisión
en 405 Iíneas enjunio de 1946 ---<:uyo primer elemento fueron
los dibujos animados de Disney interrumpidos en 1939-, fue saludada
como «resurrección-.
A finales de marzo de 1947, la cantidad de licencias de televisión
en Gran Bretafia sólo lIegaba a 14.560, pero a finales de 1951 se alcanzó
el millón, con preponderancia de televidentes de bajos ingresos:
una encuesta de la BBC mostraba que el 70 por ciento de ellos
no habían tenido estudios regulares después de los quince anos de
edad. AI comienzo se afirmó que las antenas de televisión eran símbolos
de estatus, que se ponían sólo para exhibirlas, pero muy pronto
no quedó duda acerca de la verdadera magnitud de los espectadores
reales. Esto fue posible en gran parte de Escocia, Gales y el norte
DEGUTENBERG A INTERNET
de Inglaterra en 1952. Estaba dado, pues, el potencial de una audienciamasiva.
Un gran impulso a ver televisión fue la coronación de la reina Isabel
en 1953, que tuvo lugar literalmente «a la vista del pueblo», Se dijo
que la habían contemplado alrededor de veinte millones de personas
(también hubo una gran audiencia norteamericana abastecida con
películas transportadas por via aérea). Dado que en esa época sólo se
habían concedido en Gran Bretana poco más de dos millones de licencias
de televisión, gran parte de los espectadores ha de haberla visto
fuera de sus hogares, algunos en cines, bares y otros lugares públicos.
EI comentarista, Richard Dimbleby (1913-1965), se había hecho familiar
a las audiencias de radio durante la guerra y, naturalmente, se pasó a
la televisión, donde aumentó su fuma como presentador de Panorama,
uno de los programas de información más importantes de la BBC,
cuya primera emisión tuvo lugar el mismo ano de la coronación.
La cantidad de licencias exclusivas de radio había lIegado a su pico
tres anos antes, en 1950 (11.819.190), Ycayó a menos de 9,5 millones
en 1955, ano en que la cantidad de licencias combinadas de radio y televisión
superó los 4,5 millones. Ése fue el ano en que el Parlamento,
tras prolongados y a menudo amargos debates, derogó el monopolio
de la BBC. En un Libro Blanco conservador de 1952, parte de una serie
de Libros Blancos sobre radio y televisión, lo que luego se conocería
como cláusula deI «caballo de Trova» apuntaba ai resultado de
1955: «en el campo en expansión de la televisión deben tomarse medidas
que permitan cierto elemento de competencia cuando los recursos
financieros hoy necesarios para fines de mayor importancia nacional
lo hagan posíble»,
Pero el hombre que más contribuiría a quebrar el monopolio de la
BBC surgió desde dentro de la institución. Norman Collins (19071982),
durante un tiempo director del Light Programme y de la BBC Television,
creó enjulio de 1953 una Popular Television Association que
obtuvo el apoyo de The Economist, cuyo director formulaba el interrogante
enganosamente simple que a menudo saltaba tanto en Estados
Unidos como en Europa: «tPor qué deberíamos tratar a la radio y la
televisión de manera diferente aI resto de los medios, incluida la prensa?".
La Association no operaba como grupo de presión, sino que Iibraba
una campana contra el monopolio de la BBC en términos populistas.
Uno de sus miembros atacó a la BBC porque «se propone de
manera desvergonzada hacer pensar a la gente, y de esto a decirle qué
tiene que pensar haysólo un paso muy corto".
Los norteamericanos, es lo que no dijo esta campana, nunca habrían
permitido eso, pero el nuevo canal competitivo de la televisión
británica no estaba disefiado ai estilo norteamericano. En verdad, para
?fifi
AsA BRIGGS Y P:ETE~ BURKE
mucha gente -incluso observadores franceses, hostiles a todas las presiones
anglosajonas tanto a la lengua como a la cultura-, Estados Unidos
servía más como advertencia que como ejemplo, tal como había
sucedido en los primeros anos de la radio. Los críticos britânicos compartían
la sensación de amenaza y cuando se dio libertad a las compaiiías
de base regional, descritas como «independientes» (algunas con
intereses en la prensa), se las colocó en la órbita de una Independent
Television Autotbority (ITA), creada en 1954 por ley dei Parlamento.
En ese nombre cabe destacar la palabra «autoridad», La ITA controlaria
la publicidad de la que dependeria el ingreso de las compafiías,
que limitaba a breves anuncios entre programas. Éstos no debían estar
patrocinados por firmas comerciales. Sin embargo, los «cortes comerciales
» se convirtieron en una característica de la experiencia televisiva
britânica.
En la televisión britânica, la competencia operaba con ventaja financiera
para los productores, los actores y un abanico de organizaciones
externas, particularmente en deporte, mientras que endureció
la competencia en el seno de la BBC entre los profesionales empleados
en la televisión, muchos de ellos jóvenes, y los que trabajaban en
radio. Para Antbonyjay, miembro dei equipo pionero de televisión de
la BBC que produjo el popular programa sin guión Tonight, presentado
en 1957, «Ia BBC ha mejorado más gracias a la competencia desde
dentro [... ] que a lacompetencia directa con ITA».
Por cierto que el advenimiento de la televisión independiente había
infundido nueva vitalidad a la manera britânica de presentar las
noticias. Hasta entonces, la presentación de las noticias había sido superior
en Estados Unidos, en donde Walter Cronkite llevaba desde hacía
mucho tiempo una afortunada carrera de influencia y, en verdad,
de autoridad. Fue un auténtico profesional, y en los anos sesenta y setenta
se fue creando en Gran Bretafia y en Estados Unidos una conciencia
de profesionalidad tanto en radio como en televisión.
La BBC había podido mantener, no sólo por política institucional,
sino también y en igual medida por capacidad profesional, una ventaja
competitiva en deporte (Grandstand, 1958) yen comedia. Las comedias
de situación britânicas eran más populares que los seriales, aunque
algunas de éstos captaban espectadores tanto en el extranjero como
en el país: ForsyteSaga, dejohn Galsworthy, que se vio en Nueva York
y en Washington, también se pasó en Moscú. Hancock sHalfHour, que
enjulio de 1956 pasó de la radio a la televisión en directo y se mantuvo
hasta 1961, se centraba en un comediante genial, Tony Hancock (19241968),
actor nato de entretenimiento: uno de sus programas más memorables
versaba sobre los radioaficionados. Otra exitosa serie de televisión
de laBBC, Z Cars (1962), se centrabaen el nuevo tipo de policia
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DE GUTENBF.RG A lNTERI\'ET
móvil y ofrecía un contraste total con Dixon ofDock Green, que trataba
de la antigua policía de ronda.
En programas como éstos -«reflejos dei cambiow-c- la BBC, con
un nuevo director general alerta, aunque controvertido, sir Hugh
Greene (1910-1987), que se hizo cargo de la empresa en 1960, respondía
a las circunstancias sociales y los cambios institucionales de los
anos sesenta de modo más imaginativo que las companías comerciales,
Sin embargo, no todo lo que sucedía estaba pensado para lograr
este resultado. EI programa Dr. Who (1963), que sufrió tantos cambios
como los de los «sefiores dei tiempo» que en él actuaban, empezó como
programa infantil, pero finalmente se convirtió en un programa culto,
como ocurrió con Star Trek en Estados Unidos, que luego pasó de
la televisión ai cine y sobrevivió a la desaparición de su elenco original.
Con la introducción de la sátira, la BBC fue más lejos que Estados
Unidos. That WastheWeek That Was, TW3 (1962), era un programa que
trataba de manera irreverente a todas las instituciones y a toda la gente
con autoridad, incluido el primer ministro, Harold Macmillan. AI
igual que el nuevo semanario PrivateEye(1961), fue un éxito inmediato.
En teatro, donde el énfasis era más sociológico que satírico, Independent
Television (ITV) había asegurado los servicios de un creativo
productor canadiense, Sydney Newman (1917-1997), para que dirigiera
su exitoso ArmchairTheatre, pero en 1961 la BBC se lo lIevó con malas
artes a su coto, donde continuó transmitiendo una serie similar, igualmente
conflictiva, The Wednesday Play. EI teatro floreció, pero un grupo
de críticos recalcitrantes (de los que Mary Whitehouse fue la más
pertinaz) que se apoyaban en argumentos morales fundó una Asociación
Nacional de Espectadores y Oyentes que se encargaba de vigilar
la pantalla.
A pesar de la amplia evidencia de creatividad acompaúada de controversia,
el Comité Pilkington, hábilmente presionado por Greene,
expresó en su Informe, publicado en 1962, su alarma ante el hecho de
que la decadencia dei rating de la BBC lIevara inexorablemente a un
permanente descenso de los niveles; y, volviendo a un viejo argumento,
familiar durante los debates parlamentarios sobre el fin dei monopolio,
afirmó que las companías estabaJ obteniendo beneficios excesivos
dei «uso de un servicio que forma parte dei dominio público, no
dei privado».
A principios de los anos sesenta estaba claro que la BBC todavia no
había aceptado eI veredicto dei Parlamento de 1954; y en su voluminoso
documento dirigido ai Comité Pilkington, que septuplicaba la
longitud de Guerray paz de Tolstoi e incluía un filme, This is the BBC,
insistia en lo que Greene consideraba eI fundamento moral superior,
absolutamente distinto por cierto dei que proponía Mrs Whitehouse,
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AsABRIGGS Y PETER BURKE
la «defensora de la decencia», La independencia era total. Sabía, naturalmente,
que dijera lo que dijese eI Comité Pilkington, la BBC tenía
que desarrollar una estrategia flexible para defender eI servicio público
de radio y televisión y el sistema de licencia sobre eI cual se basaba
la empresa, cualquiera fuera eI Gobierno. Harold Wilson, sucesor laborista
de Macmillan, aceptó con entusiasmo a 11V: Tony Benn, deI
ala izquierda deI partido, no creía --en una frase memorable-i- que
pudiera dejarse la radio y la televisión en manos de los locutores y los
presentadores.
Acomienzos de la década de 1970, cuando la radio local de laBBC,
que era parte de la reorganización estructuraI que se había preparado
en la década anterior, se fue abriendo a la competencia como en otros
países de Europa, lo más destacado fue más la naturaIeza unificada deI
sistema británico de radio y televisión y no las diferencias entre la BBC
y la ITA (que después deI desarrollo de la radio comercial local se rebautizó
como IBA), aI menos a juicio de ciertos comentaristas conocedores
y deI director general de IBA, sir Brian Young, ex director de una
escueIa privada. Los directores, e incluso los presidentes de directorio,
eran trasladados de una institución a otra y eI personal profesional podía
moverse libremente entre ellas. También los programas podían
comenzar en un canal y seguir en otro. La única dificultad importante
parecia estar en la continua diferencia en la financiación. La BBC no
tenía publicidad comercial; las compafiías, sí. La BBC dependía de
una tarifa de licencia; las compafiías se movían por el beneficio.
Ambos lados se adaptaron a las circunstancias cambiantes, incluidas
la llegada de la televisión regular en color en 1967, mucho más tarde
que en Estados Unidos, y la introducción en 1968 de una licencia de
colar, separada y más cara. Por un tiempo eso sostuvo las finanzas de la
BBC. Otros sistemas públicos de radio y televisión en países tan diferentes
como Canadá y Portugal tuvieron que padecer serios cortes.
Cada vez más, los sistemas de radio y televisión se hicieron «mixtos»,
con eI servicio público y las compaíiías privadas en coexistencia, nunca
en eI seno deI mismo marco institucional, como en Gran Bretafia,
En Estados Unidos también hubo intentos, todos fallidos, de modificar
la Ley de Comunicaciones de 1934.
Había grandes diferencias entre Gran Bretafia y Estados Unidos, donde
las redes eran muy fuertes. Lo mismo ocurría con su alcance exterior.
Cuando eI mercado interno de televisión pareció lIegar a su punto de saturación,
a mediados de los anos cincuenta, poderosos intereses norteamericanos
en televisión comenzaron a mirar hacia afuera. En febrero
de 1955 había en Estados Unidos 36 millones de aparatos en uso contra
sólo 4,8 millones en toda Europa. 4,5 millones de ellos en Gran Bretafia,
La explosión estaba a punto de producirse; y hacia mediados de los sesen-
?RQ
DE GVTENBERG A INTERNET
ta había estaciones de televisión en más de noventa países. La gran audiencia
global alcanzaba entonces a 750 millones de personas.
A mediados de los aíios cincuenta la CBS ya tenía afiliados en La
Habana, México DF, Puerto Ricoyveinte ciudades canadienses, mientras
que donde más se extendió el estilo norteamericano de televisión
comercial, con su tendencia a ofrecer el entretenimiento que suponía
que los espectadores deseaban y a evitar todo motivo de ofensa política,
fue fuera de Europa. En 1966, el bien informado Wilson P. Dizard,
en un libro exento dejerga profesional y de exageraciones titulado Teleuision,
a WorldView, dedicado a Murrowy escrito después de la primera
fase de la «explosíón televisiva", estimaba que a principios de los setenta
la "gran audiencia» se duplicaria y que "Ia influencia de la TV
llegaria de Minsk a Manila, de Londres a Lima y a la ciudad de Kaduna,
en el interior de Nigeria, donde hoy mismo barbudos conductores
de camellos e integrantes de la tribu local se sientan en fascinante armonía
ante el aparato de televisión de una casa de té a ver Bonanza».
Dizard observaba las diferencias en el estilo de los programas así
como en las estructuras institucionales de una industria mundial en la
que Estados Unidos era con mucho el primer exportador de programas
propios. En América Latina, por ejemplo, la telenovela*, forma
autóctona de teatro doméstico de realización barata, se hizo popular
de inmediato. Los episodios individuales, de treinta a sesenta minutos
de duración, se exhibían todos los días excepto domingos yfestivos
y se producían no antes deI día anterior. A veces ofrecían finales alternativos
con la petición a los espectadores de que expresaran sus opiniones.
EnJapón, los samuráis se abrieron camino a través de los siglos
hasta la «pequena pantalla» y también a otros países. Lo mismo sucedió
con los «monstruos desde la profundidad».
EnJapón, la NHKintrodujo la televisión en 1953, a la que siguió al
aíio siguiente la primera estación comercial. La excitación se apoderó
de las calles de Tokio cuando millares de personas se reunían para mirar
la transmisión directa por televisión de un combate de lucha libre.
Cinco aíios más tarde, una boda realjaponesa dio gran impulso a la televisión,
tal como había ocurrido anteriormente en Gran Bretaíia con
otra boda real: se vendieron un millón de aparatos de TV. Ese aíio,
1958, se informó de queJapón se estaba volviendo «tan obsesivo con
la TV como Estados Unidos". LosJuegos Olímpicos de Tokio, que se celebraron
en 1964, fueron una gran atracción televisiva nacional e internacional,
tanto para la televisión en color como para la televisión en
* En castellano en eI original. Para mantener esta peculiaridad, traduzco como «serial
» el inglês soapopera, aunque a veces, como en el caso de Dallas, tal vez sea más adecuadala
voz «telenovela» (N. dei T.).
2iO
AsABRIGGS Y PETER BURKf.
blanco y negro. La NHK, que gastó más dinero en investigación que
ninguna otra organización, mostró que en 1960 un japonés adulto se
pasaba mirando televisión tres horas con once minutos por día de promedia;
los ninas, más aún.
En Francia y en Alemania, el desarrollo de la televisión siguió líneas
que se hubieran podido anticipar dada la historia de posguerra de
la radiofonía en ambos países, y en Francia, en particular, es necesario
no perder de vista la de un periodo mucho más largo, que se remonta
por lo menos a la Revolución y a la guerras napoleónicas e incluso antes,
a Colbert. En 1946, todos los partidos políticos franceses habían
sostenido la legislación que nacionalizó toda la radio y la televisión
francesas, pero siete anos después, con la política de televisión por detrás
de la de radio, en los hogares franceses sólo había 60.000 aparatos
de televisión. En 1954 hizo falta un plan nacional de televisión de cinco
anos para proyectar cuarenta y cinco transmisores, pera la marea
no comenzó a cambiar mientras no fue suficientemente clara la pérdida
de audiencia en beneficio de organizaciones emisoras locales vecinas,
como las de Luxemburgo y Mónaco.
Después de la asunción de lajefatura dei Estado por De Gaulle, que
apreciaba eI potencial político de la televisión, se realizaron los primeros
esfuerzos para modificar el sistema, y en 1964 se creó una nueva organización
autónoma, L'Office de Radiodifusion Télévision Française
(ORTF). Por entonces había cinco millones de espectadores contra
cerca de diez millones de Alemania Occidental y cerca de seis millones
en ltalia. En Alemania Occidental, por orden de los Aliados, la televisión
y la radio se habían dejado a los gobiernos de los lânder; la primera
de cuyas estaciones, la Nordwest Deutscher Rundfunk, comenzó
sus operaciones en diciembre de 1952. La autonomía de la ORTF fue
más dudosa que la dei servicio alemán o el italiano, pero en Francia no
pudo haber más cambios hasta después de la dimisión de De Gaulle en
1969, tras los disturbios (lesévénements) dei ano 1968 en Paris. Sin embargo,
el gran cambio no llegó hasta después de la muerte dei sucesor de
De Caulle, Georges Pompidou. En 1974, eI presidente Giscard d'Estaing
abolió la ORTF y en un new deal de gran alcance creó siete organizaciones
autónomas con el siguiente destino: una a la radio; dos a canales de
televisión; una televisión regional; una a companías de producción independiente;
y dei resto, una se ocuparia dei aspecto tecnológico de la
operación yuna a manejar la investigación ylos archivos. Para que presidiera
toda esa compleja estructura, todavia monopólica, se creó un Alto
Consejo Audiovisual.
Ésta fue sólo una de las muchas reorganizaciones de las estructuras
de televisión. La más drástica fue la que tuvo lugar en ltalia. En 1974,
las decisiones dei Tribunal Constitucional de ltalia que confirmaron
2íl
DE GL'TINBERG A INTERNET
la necesidad de emisoras de servicio público sobre la base de la objetividad
y la imparcialidad abrieron no obstante el camino a las emisoras
privadas y, tras una Ley de Radio y Televisión de 1975, se produjo una
extraordinaria erupción de compariías privadas, muchas de las cuales
no sobrevivieron. En 1978 no había menos de 506 estaciones de televisión
locales y 2.275 estaciones de radio. En ese momento había más estaciones
por persona que en Estados Unidos. Diez anos después, la
contrapartida espanola dei tribunal italiano adoptó una decisión similar
al observar que, puesto que la Constitución no decía nada sobre el
tema de la radio y la televisión, ninguna estructura estaba explicitamente
prohibida. Podría juzgarse, se decía, que el principio constitucional
de libertad de expresión incluye el principio de libertad de
transmisión por radio y televisión, juicio que no se reconocía en Estados
Unidos, donde la telegrafia, la telefonía, la radio y la televisión
operaban según principiosjurídicos distintos de los de la edición.
Sin embargo, el escenario italiano, que siguió evolucionando, no
se copió en Espana. En 1980, Silvio Berlusconi inauguró un canal casi
nacional, Canale 5, que en 1983y 1984 compraría otros canales italianos.
Su interés comercial, Fininvest, controlaba entonces tres canales
por tres de la RAl, situación bipolar que quedó sancionada en una ley
de 1990. No obstante, la RAl sobrevivió, como sobrevivió a la caída de
los dos principales partidos políticos italianos, la Democracia Cristiana
y el Partido Socialista y a la elección de Berlusconi como primer ministro
en 2001.
En Gran Bretaíia, un Gobierno laborista encargó en 1974 un informe
sobre el futuro de radio y televisión a un comité encabezado por
Noel Annan (1916-2000). En el informe de 1977 rechazaba programas
propuestos en el seno dei Partido Laborista, incluso la formación
de un Consejo y una Comisión Nacional de Radio y Televisión y la decisión
de la BBC; y en 1980, el primer Gobierno conservador encabezado
por Margaret Thatcher, tomando en cuenta sus recomendaciones,
pero modificándolas, decidió introducir un nuevo Channel 4, al
margen dei control de la IBA, pero parcialmente dependiente de sus
ingresos en concepto de anuncios. Encargaría los programas a productores
independientes, cuyo número creció enormemente ai poco
tiempo, en lugar de producirlos directarnente. Pronto el Channel 4 demostró
ser una institución extraordinariamente innovadora, inspirándose
tanto en programas extranjeros como británicos, y algunos de los
nuevos canales independientes británicos, con áreas de especialidad,
también extraordinariamente creativos, terminaron por constituir un
nuevo sector con intereses británicos y de ultramar.
Annan había hecho mucho por la diversidad de las voces y la falta
de consenso moral en la Gran Bretafia de comienzos de los anos seten-
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AsABarcos y PETER BCRKE
ta. Por otro lado, en Francia, con una izquierda y una derecha fuertes,
Pompidou había afirmado en 1970 que ser periodista de la ORTF «no
es lo mismo que ser periodista en cualquier otro sitio»: la ORTF era la
«voz de Francia». La nueva ORTF de Giscard d'Estaing no estuvo a
la altura de las esperanzas que en ella se habían depositado. La radio
y la televisión quedaron firmemente en manos del Gobierno, de modo
que tras la elección de un presidente socialista en 1981, François Mitterrand,
todos los antiguos directores de la televisión francesa fueron
despedidos y sustituidos por socialistas.
Una nueva comisión de estudio, designada para iniciar un programa
de reforma en Francia, recomendó una nueva Alta Autoridad para
los Medios Audiovisuales, viejos y nuevos, y cambios en la disposición
de los fondos entre los distintos sectores dei programa. En la legislación
posterior que se basó en ella se dejó de lado ellenguaje dei monopolio,
pero se insistió cada vez más en el servicio público. Sólo una
autoridad pública, se repetía una y otra vez, tenía derecho a tomar decisiones
acerca de programas de radio y televisión «para el pueblo
francés-. Estas afirmaciones eran lo que sobresalía, como ocurrió con
la legislación de reforma de la radio y televisión en otros países. Pero
no había cláusulas referentes a las finanzas y sí muchas ambigüedades
en las secciones sobre estructuras.
Cuando la televisión se expandió, dejando fuera de su alcance sólo
unos pocos países, como Tanzania y Guyana -ambos por opción-,
hubo países en los que sólo se permitía oír una voz y ver en la pantalla
unos pocos rostros privilegiados. Así, en Tailandia, las regulaciones
oficiales de televisión establecieron en 1965 que los primeros objetivos
eran; «a) fomentar la política nacional y los intereses comunes en el área
de la política, los asuntos militares, la economía y el bienestar social;
b) promover la lealtad de los ciudadanos ai país, la religión y el rey, c)
promover la unidad y la cooperación mutua dei Ejército y sus ciudadanos;
y d) invitar a los ciudadanos a replicar y a oponerse al enemigo,
incluso a las doctrinas peligrosas para la seguridad de la nación»,
COMENTARIO E INVESTIGACIÓN
EI comentario contemporâneo sobre televisión, en países en los que
el modelo de ésta dependía dei debate, insistia más en sus implicaciones
globales que en las nacionales, que fue lo que hizo Marshall McLuhan
cuando en 1960 introdujo el concepto de «aldea global". Sus tan publicitados
libros posteriores, empezando por La gaJ.axia Gutenberg (1998),
llamaron la atención sobre las características intrínsecas de medios de
comunicación particulares, incluso la prensa, la radio y la televisión.
27'l
DE GIJTE"KBERGA INTERNET
En todos e!los insistió obsesivamente en el abanico de medias (vcalientes
» y «frios», distinción que le es propia) por encima de los mensajes
y su contenido, sin prestar atención a las diferencias nacionales o
sociales en e! seno de países que, junto con las estructuras educativas,
influían directamente en los modelos de control, el espectro de contenidos
y los estilos de presentación. No obstante, en su generalización
acerca de aldea o globo se dejó influir por las tradiciones y experiencias
nacionales únicas de Canadá.
McLuhan, cuyas palabras e imágenes se mantienen vivas, fue más
bien comentarista que analista, y la televisión ha provocado más comentarias
y estimulado más argumentos (y más vifietas) que ningún
otro media de la historia, empezando tal vez en Gran Bretana con
este comentaria deI Daily Mirrorde 1950: «Si deja usted pasar un aparato
de televisión por la puerta de su casa, la vida nunca volverá a ser
la misrna». Es famoso e!juicio de! norteamericano Ernie Kovacs según
el cualla televisión es un media de comunicación «porque no es raro
ni está bien hecho». Y también están las vifietas del Neto Yorker, que
como las de Punch, comenzaron considerando el media como mero
artilugio, no como mensaje, y terminaron con la experiencia de la televisión.
Escaso fue el consenso acerca de! significado de la televisión: era e!
«ajo universal», pero e! arquitecto Frank L10yd Wright la llamó «chicle
» para ambos ajas. La crítica más dura se produjo en Estados Unidos,
donde tanto en la cadena de televisión como en la de radío, el
énfasis recaía en el entretenimiento estereotipado, y llevó en 1961 a
Newton Minow, presidente de la FCC -un presidente excepcionala
hablar de la cadena de te!evisión como un «vasto desierto», En Londres,
Milton Shulman, vivaz crítico de prensa de programas particulares,
dijo que la televisión británica era «Ia peor dei mundo». Pero también
observaba, como L10ydWright, que «para la mayoría de la gente
el acto de mirar la caja [el aparato de televisión] » se ha convertido hoy
«más en un hábito que en un acto conscientemente elegido». Para
Shulman, la te!evisión era «e! ajo harnbríento». Para otros, era «el ajo
mala», malocchio, no sólo destructivo de los individuas que miran,
sino también de todo el tejido social.
Hoy, gran parte de esta crítica está anticuada. Sin embargo, parece
curiosamente tópica. TV Cuide, la revista más popular de los anos sesenta
y bestseller, es una fuente de inestimable valor. Para muchos críticos,
la te!evisión era un agente reduccionista que trivializaba las noticias
de la misma manera que los otros elementos constitutivos de la
programación; pero otros críticos opinaban que la televisión era una
fuerza negativa que no sólo distorsionaba las noticias, sino también los
problemas que a ellas subyacían. En la década de los ochenta se citaba
274
AsABRICCS Y PETI!:R BURKE
con mucha menos frecuencia a McLuhan que una generación anterior.
Para Neil Postman, que escribe en 1986, «nos morimos de diversión».
Sin embargo, si la televisión sólo hubiera sido esto,jamás se habrían
producido tantos debates como los que en tantos países hubo sobre
temas tales como decencia, lenguaje, sexo, violencia y gustos, o sobre
estándares o códigos relativos a estos temas. Ni se habría evocado
con tal énfasis la ley como, sobre todo, en Estados Unidos. Allí, desde eI
primer momento, se trató de distinta manera la radio y la televisión
que la prensa, y también de otra manera la televisión por cable, cuando
llegó, que la televisión en cadena, y no sólo en los tribunales, sino
también de parte de la FCC. Allí tuvieron origen la mayoría de las acciones
legales. Tanto en los tribunales como fuera de ellos, gran parte
dei debate se centró en el papel de la familia, institución en proceso de
cambio, acerca de lo cual fue más difícil alcanzar consenso o establecer
generalizaciones que respecto de la propia televisión. Era fácil decir
que había que proteger a los nifios cuando la televisión se metía en
eI hogar, pero las ideas acerca de cómo debía darse esa protección dividiría
a las familias.
Los problemas legales eran complejos, complejidad que creció con
el advenimiento dei cable y finalmente con internet. EI debate sobre
la influencia de la televisión en los nifios fue iniciado por Hilde Himmelweit
en su Television and the Child, publicado en 1958 con eI apoyo
de la Nuffield Foundation, en donde se trataba también de la influencia
de la televisión en la conducta social y política de los adolescentes y
los adultos, incluida la protesta violenta. Estados Unidos contribuyó
mucho a ambos debates. No hubo acuerdo en ninguno de los dos, a
pesar de la exigencia pública de «hacer algo» y de un considerable volumen
de investigación empírica. En general se prestó más atención a
la protección de los nifios que a su educación, se propusieron y se implantaron
sistemas de etiquetado dei contenido y de rating, se introdujeron
zonas horarias en las que no se transmitiría ciertos tipos de programas
y,más recientemente, se disefiarían artilugios técnicos de filtrado.
Problemas análogos surgieron a propósito dei cine. Ya en 1919, un
periódico hoy inexistente que llevaba el significativo nombre de Education,
se quejaba de la «tendencia de los nifios a imitar las atrevidas
hazafias que veían en la pantalla», imitación que «no se limitaba a ninos
y ninas, sino [que se extendía] incluso a adolescentes y adultos».
EI Hays Production Code se comenzó a aplicar en 1968. Fueron necesarias
distintas respuestas dentro dei hogar. La última fue tecnológica: la
invención dei chip antiviolencia (el V-Chip), un instrumento electrónico
disefiado en Canadá que se podía instalar en los aparatos de televisión
para identificar los programas que los padres juzgaban objetables.
En 1996, los políticos se apoderaron de este instrumento para sus
?7o;
DF. GUTENBERG A INTERl\'ET
propios fines, pues en una Ley de Decencia en las Comunicaciones e!
Congreso ordenaba colocarlo en todos los aparatos que se vendieran
en Estados Unidos. En 1977 el Tribunal Supremo dictaminó la inconstitucionalidad
de la ley sobre la base de que sus estipulaciones recortarían
la libertad de expresión.
EI ejemplo mejor conocido de acción norteamericana de empleo
positivo de la televisión a favor de los intereses de los ninas se remonta
a una generación antes de la Ley de Televisión para Ninas de 1990: el
Taller de Te!evisión Infantil, creado con el sostén de la Nuffield Foundation,
que ideó la serie Sesame Street (Barrio Sésamo en Espana), con inicio
en 1969. Este programa, producto comercial deliberadamente
pensado para que fuera aI mismo tiempo entretenido y educativo, que
ensefiara a leer a los ninas de edad preescolar, dependía de un equipo
de cooperación y colaboración similar aI de los académicos de la
Open University. En su larga vida se ha exhibido en ciento cuarenta países
de todo e! mundo y ha sido modelo de programas como e! mexicano
PÚ1:!..a Sésamo, el brasileno Vila Sésamo, Sesamstraat en Holanda e Iftah
Ya Simsin en Kuwait, proceso durante el cualllegó a ser «quizá la serie
más estudiada de la historia de la televisión»,
Sin embargo, ha sido motivo tanto de controversia como de entusiasmo,
particularmente en países con actitudes diferentes de las estadounidenses
respecto de los ninas, a quienes no querian tratar como
consumidores comerciales. Vale la pena volver a las simplicidades de!
libro britânico deI Dr. Maire Messenger Davies titulado Television is
Goodfor YourKids, de 1989, que emplea a su vez datas derivados de una
investigación semejante a la que Bob Hodge y David Tripp lIevaron a
cabo en Australia. EI estudio en profundidad de Hodge y Tripp se
realizó con seiscientos ninas de entre seis y doce anos de edad y lIegó a
la conclusión de que «la béte noir de los grupos de presión, los dibujos
animados, son [... ] una forma saludable, perfectamente adaptada a las
facultades infantiles en desarrollo».
A veces, no siempre, la investigación empírica sobre el uso de la televisión
de determinados programas en particular ha evitado la teoria,
pero con la expansión de las universidades y otras instituciones de
educación superior deI siglo xx, muchas de las cuales han creado y desarrollado
departamentos de estudio de los medios, no es extrano que
la teoría haya ocupado un lugar prominente ni que muchas veces e!
amplio abanico de teorias ofrecidas no pareciera pertinente a la experiencia
de las personas que trabajan en los medios. En verdad, distaban
mucho de éstas, Muchas teorias se referían a la educación, muchas
a la semiología, menos aI entretenimiento y algunas a los noticiarios
más interesantes. En Grau Bretaria, un Grupo de Estudios de los Medias
de la Universidad de Glasgow abrió en 1976 un debate, por mo-
?7h
AsABarcos y PEn:RBURKE
mentos enconado, acerca de los -prejuícios de las noticias» en un libro
titulado Bad News (que tendría sus secuelas), precedido de una
cita dei sociólogo francés Roland Barthes según la cual «Ia repugnancia
a desvelar sus códigos es una caracteristica de la sociedad burguesa
yde la cultura de masas que de ellase ha derivado".
En Gran Bretafia, Richard Hoggart, fundador en 1964 dei Birmingham
Centre for Cultural Studies, designación discutible y discutida, había
comenzado su carrera en educación de adultos y de 1960 a 1962
había prestado servicio como miembro dei Comité Pilkington sobre
Radio y Televisión, en cuyos puntos de vista consiguió ejercer una influencia
decisiva. Antes de eso había publicado The Uses ofLiteracy, en
1957, inspirado en las revistas femeninas para gran parte dei material
que sometió a revisión. Se había dado (prematuramente) por supuesta
la alfabetización universal. Hoggart mostró sus limitaciones anos antes
de que la BBC introdujera su primera iniciativa de alfabetización, campana
que todavia hoy, en 2001, se considera necesaria, y tal vez más necesaria
aún dado que Gran Bretafia ocupa uno de los últimos lugares
en la liga europea de la alfabetización.
Junto con otro académico britânico, Raymond Williams, que también
comenzó su carrera en la educación de adultos, Hoggart remodeló
el papel académico que en Grau Bretaria tuvieron los medias (considerados
en grupo) y su función en la sociedad contemporánea. Los
prolíficos escritos de Williams representan el marxismo de la nueva izquierda
en su estado más analítico, incluidos Communications (1962),
significativamente revisado en su segunda edición (1966) y The Long
Revolution (1961). EI segundo de estas libros, secuela de su Culture and
Society (1958), estimu1ó el estudio de los cambias en los medias durante
un largo periodo, que empieza formalmente con la Revolución Industrial.
EI enfoque -que dejaba fuera la religión- era más social y
cultural que de historia económica y política, aunque, en tanto que
marxista, Williams nunca ignoró la economía subyacente. Los libros
tienen en él un lugar más destacado que los periódicos, pero siempre
se dia su lugar a la radio y la televisión.
Junto con el de Williams, a menudo se ha citado ellibro de Daniel
Boorstin titulado The Image, aunque fue escrito en un marco norteamericano
muy diferente. No sólo prestó atención a los «seudoacontecirnientos
» fabricados en los medios, sino también a los «famosos» o
a las «celebridades», que, a diferencia de los «héroes», no son conocidas
por sus logros, sino por sus imágenes. «Antes un hombre público
necesitaba un secretario como barrera entre él y el público. Hoy tiene
un secretario de prensa para que lo mantenga convenientemente a la
vista dei público". A partir de entonces, las técnicas de comunicación
se hicieron mucho más refinadas, aunque no siempre más eficaces.
277
DE GLIENBERG A INfERNET
En cuanto a los «acontecimientos», los estudiosos israelíes Elihu Katz y
Daniel Dayan los describieron como «acontecimientos rnediáticos»
y los trataron como refuerzos de la «íntegración social".
Ni Williams, ni Boorstin -ni, por supuesto, Katz- se inspiraron
en estadísticas. Otros lo hicieron, a menudo exageradamente, incluso
la UNESCO, que produjo una serie de informes sobre comunicación
de masas, el primero de ellos en 1954 con el título Newspapcr Trends
1928-1951. Estos informes demostraron que Canadá era con mucho el
primer abastecedor de papel a la prensa informativa antes y después
de la guerra y que de los 120 países que en 1951 consumían más de cincuenta
toneladas de papel, el Reino Unido consumía menos en 1951
(599.000 toneladas) que en 1938 (1.250.000 toneladas). En el mismo
afio, 1938, la Planificación Política y Económica, organización no partidaria,
produjo el primer informe empírico sobre la prensa británica.
Tres comisiones reales británicas que presentaron informes en 1949,
1962 Y1977, extrajeron útiles comparaciones de la lectura a lo largo
deI siglo. En 1920, uno de cada dos adultos leía algún tipo de periódico
(lo que todavia se podía considerarun lujo); en 1947, se leían doce
diarios cada diez adultos, y veintitrés los domingos. EI total de ventas
de diarios nacionales y provinciales era un 50 por ciento superior a lo
que había sido antes de la guerra, pese a su tamaõo menor, debido a la
escasez de papel. Treinta arios después, el total de lectura había descendido
ligeramente, pero la prensa provincial se hallaba en mejor
posición que antes.
La segunda entrega de Cultural Studies, producto provincial deI Birmingham
Centre, editado en 1971, incluía un fascinante artículo de
Stuart Hall, más tarde profesor de la Open University, titulado"The
Social Eye of Picture Post»; y la tercera entrega contenía otro largo artículo
suyo titulado «The Determinations ofNews Photographs». Ambos
iluminaban la evolución de los periódicos y deI «fotoperiodismo
», más desarrollado en Aiemania, antes de que los nazis tomaran el
poder, que en ningún otro país. En las décadas de los sesenta y los setenta
no sólo se trataba de revisar el papel de los medios en la información
o la desinformación; también el entretenimiento se comenzaba a
someter a un análisis más riguroso que nunca en Gran Bretaüa. Y había
fascinación por las «subculturas».
En Aiemania, los autores de la llamada Escuela de Fráncfort, fundada
por Theodor Adorno (1903-1969) y Max Horkheimer, habían
desarrollado una teoría crítica de los medios antes de ser expulsados
deI país en 1934y de reagruparse en Estados Unidos. De origen marxista,
al igual que muchos análisis europeos de los medios, la Escuela
de Fráncfort fue descrita en cierta oportunidad por Ralf Dahrendorf
como "Ia familia profana de la teoria crítica». Sin embargo, cuando los
278
AsABRICCS Y PETER BURKE
miembros de esta escue!a regresaron a Fráncfort después de la II Guerra
Mundial, guardaron sus antiguos trabajos en el sótano y abandonaron
la teoría crítica. No obstante, invitaron a unírseles ai jovenJürgen
Habermas, quien pasó con ellos malos tiempos hasta que se trasladó a
Marburgo y Hamburgo. Su obra más importante, editada en 1962, La
transformación estruetural de la esferapública, exponía su ideal de una discusión
racional e informada de la política pública que describía en los
primeros capítulos.
Éste fue el momento en que los estudios culturales comenzaban a
surgir en universidades, tanto francesas como holandesas y tanto británicas
como alemanas; en que e! interés por la imagen (a través dei
periódico, la televisión y el cine) y por "Ia historia desde abajo» daba
lugar a nuevos tipos de investigadores y en que los profesores universitarios
y sobre todo los estudiantes precedían en número cada vez mayor
de sectores de la sociedad hasta ese momento desfavorecidos. En
eso había convergencia.
En Estados Unidos, la mayor parte de la investigación de preguerra
sobre radio y televisión había estado marcada por una investigación
de mercado consistente en "contar indivíduos», lo cualllevaba a estudios
de encuestas de opinión pública; e! resto había sido la investigación
que con escasos recursos financieros se realizaba en escuelas de
periodismo. En 1959, uno de los investigadores más conocidos y más
influyentes, Bernard Berelson, de bien ganada reputación con sus estudios
sobre el contenido de los medios, anunció en Public Gpinion
Quarterly que la investigación de comunicación se estaba «desvaneciendo
», Era unjuicio provocativo que llevó directamente a la publicación,
si bien unos anos después, en e! verano de 1983, de un número
especial de Journal ofCommunication titulado «Ferment in the Field»,
que revisaba el panorama completo de las investigaciones sobre comunicación
en Estados Unidos y en e! mundo. Había aparecido un
«nuevo tipo de estudioso (norteamericano)».
Una de las contribuciones más interesantes-ybreves- fue la de
James W. Carey, quien al referirse a la nueva moda de los estudios culturales,
preguntaba si sus portavoces serían capaces de mantener el "alegre
optimismo de! pragmatismo y las intuiciones de algunas de [sus]
predicciones frente a los problemas centrales de poder y dominio en
las comunicaciones y en la sociedad». Los estudios culturales eran para
Carey «un intento de pensar mediante una teoría o un vocabulario de
comunicaciones simultáneo a una teoría o un vocabulario de la cultura.
~Cubrirían todos los interrogantes pertinentes?
Los estudiosos franceses habían llegado a este campo por diferentes
caminos, de los que se destacaron sobre todo tres porque, conscientes
de que escribían desde dentro de una sociedad e!ectrónica, ejer-
')70
De GCITNBERG A INfERNET
cieron gran influencia sobre los demás: Guy Debord,]ean Baudrillard
y Pierre Bourdieu. La sociedad dei espectáculo (1970), de Debord, Iraducción
de un manifiesto en francês editado en 1967, con escasa evidencia
empírica que lo respaldara, sostenía que en una sociedad en la
que «prevalecen las condiciones modernas, toda vida se presenta como
una inmensa acumulación de espectáculos. Todo lo que se vivia directamente
se ha desplazado a la modalidad de la representación». Así, el
espectáculo se hacía mundo. Debería contrastarse esta observación
con otra, modesta: la dei autor de televisión norteamericano Richard
Adler, según la cual «la pequena pantalla limita gravemente la efectividad
de! especráculo»,
Baudrillard, quien consideraba que la sentencia de McLuhan "e!
medio es e! mensaje» constituía "Ia fórmula clave de la era de la simulación
», vio en la televisión el medio de la «simulación electrónica»
que apuntaba a «la disolución de la televisión en la vida [y] la vida en
la televisión». Partiendo de otra tradición, Bourdieu, en un libro breve,
enormemente comprimido y de gran êxito titulado Téléoision; que
se editó en 1996 en Francia y en 1998 en Estados Unidos, mencionaba
sólo una vez a Debord y absolutamente ninguna a Baudrillard. Esto no
era inusual entre autores sobre los medias que preferían actuar de
manera paralela antes que adquirir compromisos recíprocos. Mientras
tanto, los editores de la revista británica Media, Culture and Society,
lanzada en 1977, realizó un valiente esfuerzo por mantener los estudios
británicos en contacto con la teoría continental.
Mientras que a finales de los anos sesenta los profesores universitarios
franceses empezaban a discutir sobre los medios con grandes
diferencias de enfoque, los estudiantes universitarios implicados en
las revueltas de Mayo de 1968, al igual que los manifestantes norteamericanos
por los derechos civiles, aprendían de la experiencia, no
de la investigación, cómo emplear la televisión para hacerse ver y escuchar.
Era inevitable que se los atacara, principalmente en las columnas
de cartas de lectores de los periódicos, a las que los estudiosos de los
medios prestaron menos atención que a las charlas en vivo y el acceso
a la radio y la te!evisión. ~Era la te!evisión -preguntaban sus críticosla
que los incitaba a adoptar un comportamiento que no habrían tenido
de no haber habido "pequena pantalla, gnm mundo»? Los contestatarios
de la Guerra de Vietnam no tardaron en aparecer a menudo
en la pantalla norteamericana. ~Quiên los incitaba?
Sobre esta cuestión hubo un amplio debate en la pantalla y una
más que amplia condena a la te!evisión y en verdad a todos los medios,
condena que alcanzó su clímax cuando en 1969 el primer vicepresidente
de! presidente Nixon, Spiro Agnew, lanzó contra ellos un ataque
premeditado, pero no impopular. EI propio Nixon usó a menudo la
2RO
ASABRIGGS y PETER BURKE
frase «Ia prensa del enemigo», ~Porqué la prensa y la televisión debían
establecer la agenda? ~Por qué tenían ellas que determinar el tono de
la argumentación? A los políticos se los elegía, los ciudadanos pagaban
impuestos. ~Qué derecho tenían los periodistas de ejercer el
poder? Estas preguntas persistieron mucho tiempo cuando los «estudiantes
revoltosos» ya habían hecho abandono del centro dei escenario.
En verdad, a finales del siglo y comienzos dei siguiente eran lugares
comunes.
La manera en que la religión afectó a la televisión planteó en Estados
Unidos un debate más incómodo a largo plazo que los efectos de
la televisión sobre la política, en particular los políticos republicanos.
Jerry Falwell, estrella de The OldtimeCospel Hour,con 50 millones de espectadores,
movilizó durante un tiempo el poder de la «rnayoría moral
». Y en la última década dei siglo, la religión televisada, «Ia iglesia
electrónica-, se hizo visible en Garden Grove, California, donde el reverendo
Robert Schuller -figura menos irritante y menos provocativa
en la pantalla que el elocuente pero personalmente vulnerable
Jimmy Swaggert o que Pat Robertson, que aspiraba a la presidenciaconstruyó
una gigantesca catedral con 10.000 ventanas. Con el elogio
de Rupert Murdoch, difundía por entonces emisiones semanales a
una audiencia de millones de personas que se extendían mucho más
aliá de Estados Unidos. La televisión religiosa todavia sigue cambiando.
No puede contener catedral alguna. EI teleevangelista más global,
el norteamericano Billy Graham, nunca la necesitó. Un estadio de fútboi
cumpliría la misma función, y mejor un impermeable que una
bata académica.
Fuera cual fuese el estilo, seguían vigentes ciertas preguntas acerca
de los periodistas, independientemente de su medio y sus relaciones
con el Gobierno o con los grupos religiosos. La Guerra de Vietnam,
seguida por el escándalo Watergate, planteó cuestiones básicas
tanto acerca de la dependencia de los medios respecto de las fuentes
oficiales, como de la extensión de la influencia de la prensa y la televisión
sobre la política norteamericana. Lo mismo ocurrió con la
información posterior de la vida personal dei presidente Clinton.
Cuando Robert Manoffy Michael Schudson se encargaron de la preparación
de un libro que se editó antes de que internet planteara otros
problemas, lo empezaron con tres preguntas, tres antiguas preguntas
que, de distinta manera, formulaba ya Harold Lasswell. Estas eran
sus palabras: «Todo reportero de prensa debería responder aestas
preguntas: ~qué? ~quién? ~dónde? ~cuándo?Y agregar ~cómo?Y debería
hacerlo en el primer pãrrafo, lo antes posible». Luego agrega
que las preguntas, que son parte dei catecismo de las escuelas de periodismo,
«en su sencillez y su aparente sentido común, esconden todo
2Fll
DE GUTE!'o'BERG A INTERNET
un marco de interpretación», En realidad, el amplio espectro de interpretación,
que tiene poco que ver con la tecnología, sólo se explica
en términos de valores, tanto en lo que hace ai brillo como en lo referente
a la expresión.
LA DlNÁMICA

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