lunes, 28 de marzo de 2011

¨ El Trabajo.


Escuela Secundaria Nº 1. Lucio V. Mansillla. Nivel Polimodal.
Modalidad Humanidades y Ciencias Sociales. Orientación Relaciones Humanas.
Eci: Relaciones Humanas.      Curso: 3 b  Año: 2011            Profesor: Germán Olivera.

 La naturaleza del trabajo humano
La actividad vital del Hombre es el trabajo, es esta capacidad de transformar conscientemente la naturaleza para satisfacer sus necesidades lo que distingue al Hombre del resto de los animales. La capacidad de crear, de apropiarse de herramientas y la siempre tendencia a progresar y a crear nuevas necesidades son los característicos de la sociedad humana.
Esta acción del trabajo es específicamente humana, y por lo tanto es en el trabajo en donde se realiza el Hombre como tal, es en el trabajo donde manifiesta sus potenciales. El Hombre tiene en sí mismo el potencial de crear (intelectualmente) y realizar (materialmente), y esto en todos los ámbitos de la producción. No hay límites propiamente dichos, sólo hay capacidades diferentes que hace que algunos se destaquen más que otros en determinadas tareas, pero esto no inhabilita a que todos puedan realizar las diferentes tareas.
Pero el trabajo no ha sido históricamente igual, como a sí tampoco la apropiación del producto del trabajo.

La división social del Trabajo y los modos de producción
Históricamente la forma de organizar el trabajo esta determinado por dos factores uno es el desarrollo tecnológico y las necesidades que este engendra y las relaciones sociales existentes.
Marx ha identificado 4 estadios o modos de producción que conforman el desarrollo histórico de la humanidad. El primero es el comunismo primitivo una sociedad basada en la cooperación comunitaria, con una división sexual de las tareas y con una economía de subsistencia. El segundo es el mundo antiguo, en donde se basa en la existencia de dos clases sociales fundamentales los amos y los esclavos, es una sociedad basada en la agricultura y en la expansión territorial: el ejemplo de esta sociedad es el imperio romano. La tercera es el feudalismo, aquí, aunque también es una sociedad basada en la agricultura, no hay poderes extendidos sobre amplios territorios, sino pequeños feudos controlados militarmente por señores feudales (que hacían la guerra entre sí) y en donde los que producían son los siervos de la gleba, campesinos atados a la tierra que producían para su subsistencia y para pagar tributo al señor feudal por la “protección”. Por último identifica al capitalismo en donde lo que existe es una sociedad industrial basada en dos clases sociales: la burguesía y el proletariado.
Este devenir histórico, es producto del surgimiento de una división social del trabajo que va especializando cada vez más a los hombres en una tarea, pero a la vez trae consigo el surgimiento de clases sociales, las cuales son antagónicas en sus intereses, y en donde una explota a otra. Por lo tanto hay en cada sociedad una clase de productores y otra de apropiadores del producto social de aquellos. Esta desigualdad es la base de las contradicciones existentes en cada sociedad, y por lo tanto el desarrollo de estas contradicciones es la que empuja a la sociedad hacia delante y al progreso y transformación, en este sentido para Marx el desarrollo de las contradicciones del capitalismo iba a empujar al proletariado a emanciparse y crear una nueva sociedad basada en la socialización de la propiedad y en la inexistencia de clases sociales.

El trabajo asalariado
El trabajo en la sociedad capitalista adquiere particularidades propias que lo distinguen de otras formas preexistentes. Hay que hacer la salvedad de que la forma de trabajo predominante en el capitalismo es la del trabajo asalariado, pero esto no quita que no exista otras formas de trabajo, como así tampoco que el trabajo asalariado no haya existido en los anteriores modos de producción, pero evidentemente no era el predominante. Lo que siempre hay que enfocar es la forma más importante, la que constituye la esencia de la sociedad.
El proletario es aquél que se ve obligado a trabajar, es decir, a vender su fuerza de trabajo, para subsistir. En el capitalismo el trabajo se ha convertido en una mercancía más que se vende en el mercado a cambio de un salario, que en condiciones normales su valor es el mismo de la canasta familiar, es decir, es un salario para vivir uno y su familia.
La característica peculiar que observa Marx en el trabajo es que es esté el que le agrega valor a los productos, pero el trabajo no es remunerado en función de lo que produce, sino en menor medida: la diferencia entre lo que cobra el obrero en forma de salario y lo que en realidad produce en forma de valor es la ganancia del burgués. En este aspecto radica la explotación del obrero en la sociedad capitalista.
Otro de los aspectos que observa Marx es el de la alienación. Este concepto plantea la comprensión de una observación empírica en del desarrollo del trabajo fabril: una constante insatisfacción por parte del obrero en su trabajo. Marx partiendo del supuesto de que el trabajo es la esencia del Hombre, más bien su compañero de estudios, Engels, realizó todo un trabajo antropológico que muestra como el trabajo fue necesario, junto con otros elementos, para la transformación del mono en hombre. Por lo tanto, lo que querían averiguar es porque el trabajador se sentía insatisfecho en el trabajo.
De la observación de la aguda división del trabajo, que convertía al obrero en un apéndice de la maquina, además de someterlo a una única tarea durante quizás el resto de su vida (aquí aparece el concepto de mecanización del trabajo); del escaso control que tenía del proceso de trabajo (en donde en realidad el controlado era él) y, por último, el hecho, y no menos importante, de que el producto final no le pertenecía, sino que era propiedad del dueño de la empresa. Este conjunto de situaciones es lo que produce la alineación. Para Marx la salida a esto era la implantación del Socialismo, pero no lo hace como planteo ético o moral, sino científico en el sentido de lo histórico y lo progresivo, y a la vez necesario, de que la humanidad salte una nueva etapa hacia delante.    
Esta observación de la insatisfacción en el trabajo, y por lo tanto las consecuencias para la productividad y/o la eficiencia en el trabajo ya la habían reconocido los principales políticos, filósofos y empresarios de la 1º Revolución Industrial, que tratan de imponer una ética del trabajo, que consiste en exponer una ideología basada en la dignidad del trabajo, en el esfuerzo constante como una meta en la vida, dejando de lado los ingresos reales y la satisfacción encontrada  en el ocio. El objetivo  planteado por los ideólogos de la ética del trabajo era impulsar a la gente al trabajo, y que no se dedicara a vagabundear, pero en realidad lo que se trataba era de recrear en el ámbito fabril de condiciones de trabajo y satisfacción que el obrero sentía espontáneamente en el trabajo artesanal, y que dentro de la fábrica por las condiciones planteadas era imposible. Durante esta época la brecha entre los que más ganan y los que menos, es decir, la distribución de la riqueza era cada vez más injusta.
Sobre el principio, de este siglo surge la escuela de los incentivos materiales; esta línea de pensamiento es consciente de las consecuencias de la situación de los trabajadores (desde 1830 en adelante pasamos de la conformación de los sindicatos, grandes huelgas, reclamo de voto para todos y también grandes insurrecciones revolucionarias, por ejemplo la Comuna de París en 1871), evidentemente para el principal teórico, Taylor, si la situación de los trabajadores no mejoraba el dominio de la burguesía estaba en peligro.
En función de esto desarrollan un sistema por el cual sostenían que para que los trabajadores aumenten su dedicación y eficiencia era necesario que se les den incentivos materiales, para que encuentren en el consumo la satisfacción que en el trabajo no podían encontrar.
Esto además se encontraba en línea con una nueva propuesta de producción al interior de la fábrica que llevaría al aumento de la productividad, y que estaba basada en la línea de montaje y en un estricto control del tiempo de trabajo, por lo tanto el aumento de salarios, y los premios por productividad, horas extras y otros eran compensados por una mayor producción de cada uno de sus trabajadores, es decir, la base de la explotación no era eliminada.
Obviamente, con este sistema alguno de los pilares de la alienación no eran eliminados, sino que se profundizaba la división social del trabajo y la propia mecanización del trabajo y la conversión del trabajador en parte de la máquina (recordar lo que le sucedía al personaje de Charles Chaplin luego del intensivo trabajo al que era sometido).
Por lo tanto esta concepción dominó la línea del trabajo durante los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, pero luego de varios años de implantación empezó a aparecer sus grietas y el movimiento obrero volvió a salir a la lucha y a desafiar el poder político, y no sólo por un mayor reparto de la riqueza, sino también a imponer los ritmos de trabajo, la productividad, la higiene en la fábrica, etc. En definitiva trataba de imponer mejores condiciones de trabajo, que iban más allá de una mejor remuneración.
Ante esto surge una nueva línea de trabajo que se la llama la de Relaciones Humanas, cuyo principal teórico es Mayo. Estos observan que el nivel de producción está condicionado por ciertas normas sociales, hay ciertas sanciones de tipo extraeconómico que afectan considerablemente el comportamiento de los trabajadores.
Para esta escuela es necesario promover una nueva relación personal entre los empresarios, gerentes y capataces (cuya anterior función es controlar y disciplinar) y los trabajadores tratando de generar un ámbito de trabajo donde prime la pertenencia y la participación. Lo que observan como principal nudo de conflicto es el trato deshumanizado de que es objeto el obrero.

Trabajo y ocio.
La medida de relación entre tiempo de trabajo y la posibilidad de ocio, es muy importante, ya que le permite al trabajador, no sólo descansar, sino también, poder desarrollar otras tareas y actividades que otorgan satisfacción personal o familiar, obviamente también aquí se encuentra una diferenciación social; los sectores de mayores ingresos tienen más tiempo de ocio y hacen un mayor aprovechamiento del mismo, que los sectores de menores ingresos.
Hay por lo tanto una relación directa entre la necesidad de garantizar el suficiente tiempo libre, para los trabajadores, y esta es una condición más a la hora de negociar las condiciones de trabajo.      
    

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